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Me encanta la gente que ha encontrado su tranquilidad espiritual. El llenar el vacío existencial de una manera positiva siempre se me ha hecho algo muy interesante y agradable. Muchos lo hacemos a través de la comida, el sexo o con el licor, tratamos de sustituir nuestras carencias con los placeres mundanos que eventualmente, a muchos nos dejan sintiéndonos aún más solos y profundos en el abismo. El sentirse acompañado, amado y comprendido puede ser una experiencia maravillosa para el ser humano.
Pero como todo, siempre hay una persona que lo lleva al extremo. No falta quien define absolutamente todo en la existencia bajo sus reglas personalizadas de lo que debe ser la vida. Crean un instrumento personal de medición y lo quieren utilizar para calcular el valor de otras personas. El problema de dicha herramienta es que esa aplica solamente para quien la creó. No puedes medir a otras personas con tus estándares porque es imposible. Todos pensamos diferente aunque crezcamos en la misma casa. Yo tengo dos hermanas y los tres somos opuestos en nuestra forma de ver la vida.
Y ese mismo es el problema que la religión trae a la mesa en una conversación: que cada quien la interpreta a su manera, unos porque sus experiencias personales así les dan la capacidad para hacerlo y muchos otros por simple conveniencia. Doblar las leyes que un ser divino te da personalmente para darles a otros para que misteriosamente no aplican a ti no es porque eres privilegiado, es porque eres una persona hipócrita. Y no me refiero a una religión en particular, porque gente de doble moral hay en todos los ámbitos que existen, desde el director que se roba el dinero de la escuela hasta el político que usa sus influencias a su favor y, por supuesto, el líder religioso que usa su congregación como harem personal.
No tengo nada en contra de la religión. Personalmente me considero una persona muy espiritual. Mi mente será un trabajo en progreso pero mi alma está sana. Creo en muchas cosas, y son mis creencias personales y nunca siento la necesidad de justificarme ante nadie. Punto. Respeto las creencias de otros e incluso, trato de conversar con ellos para escuchar cómo funcionan para enriquecer mi cultura personal porque considero que no hay peor ignorancia que la mía. Me encanta saber en qué creé la gente y cómo conduce su vida siempre y cuando estén dispuestos a compartirlo conmigo. Esa parte me encanta. Cuando ya se pierde el amor es cuando me topo con los excesos.
Nada es más molesto que escuchar que mi vida está mal, que lo que creo está mal, que lo que leo está mal, que lo que siento está mal, que lo que hago en la privacidad de mi cama está mal, que lo que pienso está mal, que lo que digo está mal, que por toda la combinación de estos factores estoy condenado al sufrimiento perpetuo, tanto en ésta vida como también después de mi muerte. Toda mi esencia al parecer está condenada al infierno, incluso me han dicho textualmente que mi vida no es nada y no será nada. Wow.
Incluso cuando me interesé en leer la biblia me topé con la gente pedante que me sermoneó sobre lo mal que lo hice. Un par de caballeros me regaló una versión de su religión y yo la acepté gustoso, comprendiendo que hay varias versiones. De hecho lo tomé como un reto el leer varias versiones y ver cuál me gusta más. Pues entran las opiniones no solicitadas y me dicen con un todo arrogante que no debería leer esa versión, que lea la que ellos recomiendan porque es la adecuada. Cuando le pregunté quién determinaba eso me contestó el clásico argumento ignorante que detesto: los eruditos, ¿cuáles eruditos? ¿Quiénes son y quién les dijo a esos tipos que yo voy a seguir sus doctrinas y decisiones? Ni siquiera supo decirme quiénes eran, solo que eran gente preparada. Y creo que se molestó bastante cuando le dije que yo usaría mi propio criterio, gracias. Y casualmente coincidían con los líderes ricos de su religión. ¡Mmmh!
También me he topado con esa gente que me quiere decir cómo es la forma correcta y “moral” de vivir para que luego salga que tiene dos o tres mujeres con las que ha hecho hijos cuando el sexo es algo prohibido. O peor, sale acusado de abusar niños. Y regodeándose mientras de lo puro y casto que es. Hasta parece una burla. Pero como ya tienen comprado el cielo según ellos, pues no hay problema. De perdida la gente que yo llevo a mi cama ya es adulta, cínico.
Algo que es importante entender es que tu religión no me define, no me domina ni dicta el curso de mi vida. Que el vaticano te reconozca no tiene valor para mí, que tu líder se hace rico cada semana con el dinero que te exige y que te cuestiona por qué no lo has dado no es una buena inversión para mí porque no me nace darte mi dinero, prefiero usarlo para ayudar directamente a otro ser humano. Que te pongas las faldas más largas que arrastren para cubrir tu sexualidad no te hace pura porque aún así tu cuerpo siente, y cuando fallas, mientes descaradamente y te escondes tras la máscara de pureza y superioridad, y lamento decirte que eres tan humana como yo.
Así que no te molestes en usar tu romo instrumento para disecarme porque no va a funcionar. No necesito temer a un ser superior para ser buena persona. Cuando cometo errores busco la forma de arreglarlos en vez de esconderlos o culpar a otras personas. Y cuando me siento solo o desesperado, oro y me da tranquilidad.
Si algo me enseñó mamá Vacci es que se un hombre de valores es hacer lo correcto aunque nadie te vea.
Así que platica conmigo, abre tu mente y escucha mis opiniones, yo haré lo mismo por ti. Si traes prejuicios, odio o condenas en tu mente, la conversación habrá terminado.
Y ustedes hermanos, hermanas, ¿Qué opinan? Compartan… si se atreven…
Saludos afectuosos.
Mostro.