Las palabras son poderosas. Quizá suene trillado, pero es una verdad fundamental. A veces las usamos como armas contra otras personas (quizá sin querer), pero el resultado puede ser catastrófico. En realidad no tenemos una idea clara del alcance o el peso que tienen nuestros comentarios. Definitivamente eso debería ser algo que culturalmente nos enseñamos los unos a los otros, pero por desgracia, es algo que tenemos que aprender por si mismos, construyendo o destruyendo en el camino…