Realidad VS idea

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#MostroVacci

La autoimagen es algo interesante. Es la forma en la que te miras. Cómo te visualizas en el mundo y cómo crees que el mundo te visualiza a ti. Es la manera que nos calificamos, dependiendo de nuestros mejores atributos y lo que le podemos contribuir al mundo.

Curiosamente, la imagen que tenemos de nosotros mismos no siempre coincide con la que el resto del mundo capta. Muchas veces creemos que somos la persona más ocurrente y que cada cosa que decimos es algo que causa unas grandes carcajadas y que el mundo nos ama porque le traemos humor a sus vidas cuando en realidad la gente creé que eres un idiota que sólo dice estupideces que generalmente no tienen sentido.

He conocido a varias personas que sufren de una idea propia que raya en lo esquizofrénico. Creen que el mundo los adora por su gran sabiduría, cultura y sentido del humor, su rapidez para contestar un albur o su gran capacidad para convertir una situación incómoda en un ambiente ligero y saludable. Lo que no entienden es por qué la gente los trata tan mal o los aísla del resto del mundo si son tan simpáticos. Lo que no pueden ver es que sus chistes no dan risa, su humor y habilidad para convertir hasta el más mínimo detalle en algo sexual no siempre es apropiado para la situación: si estamos hablando de finanzas y de repente contestan “eso dijo ella” cuando hablamos de que el déficit aumenta considerablemente de volumen cuando un factor lo estimula no podemos evitar echar una mirada despectiva, no porque haya hecho su chiste, sino porque siempre hace lo mismo.

El clásico cerebrito tampoco logra comprender por qué es tan despreciado a veces. Está bien, quieres demostrar que eres inteligente y que tus capacidades son amplias, pero no por eso vas a ser despectivo con el resto de las personas. No siempre puedes ir por el mundo corrigiendo a las personas en cada segundo que se equivocan, riéndote de su ignorancia mientras volteas los ojos en un intento de decir de una forma no verbal que el mundo está lleno de tontos y que tienes al rey frente a ti. Eso te hace desagradable. Cuando te piden ayuda, es agradecida. Cuando no, logras que los otros se sientan menospreciados y eso siempre te va a aislar.

Si califico mi autoimagen soy la mejor persona del mundo, cuento las mejores historias y lo único que sale de mi boca son cosas profundas, sabias, inteligentes y relevantes. Ya si comienzo a hacer un sondeo de lo que la gente piensa de mí, es muy posible que me tope con la cruda pared de la realidad: no todos me consideran interesante, ni siquiera me soportan. Por ser tan raro mucha gente se incomoda con mi presencia. Hay de todo en éste mundo. Estoy seguro que hay gente que le agrado y que aprecia lo que tengo que ofrecer, pero al final del día no soy perfecto y no soy del agrado de todos.

Entonces hay que considerar, con mucho detenimiento si la imagen que tienes de ti mismo coincide con la que le arrojas al mundo, y sobre todo con la que ellos captan. No es lo mismo. Claro que el mundo es muy crítico y se anda fijando en todos tus defectos para quitarle valor a tu persona. Lamentablemente así estamos entrenados culturalmente. Pero igual, creo que es importante que nuestras ideas, acciones y palabras sean congruentes y que al menos se acerquen a lo que nosotros creemos que somos.

Hay gente que no logra comprender que es odiada. Es sarcástica, repugnante, despectiva, metiche, desconsiderada, egoísta y mentirosa, pero no sabe a qué se debe semejante rechazo. En general las personas que causan emociones negativas en mí son las que viven bajo el lema “haz lo que digo, no lo que hago”. En lo personal es el insulto más grande que me hablen de cómo deben ser las cosas cuando actúan de otra manera. Hace unos años trabajé con una mujer que cuando se presentó me dijo que ella era muy honesta y directa. Sobra decir que resultó ser una mentirosa y tranza. La congruencia sobre todo. Quizá ella misma se veía como la persona que presumía ser. La realidad era otra. Lo interesante es que actuó muy sorprendida cuando le dije ratera en su cara, creo que la gente que la rodeaba fue lo que la hizo sentirse avergonzada.

Hay infinidad de historias que les puedo contar al respecto, el punto es que cuando confrontas a una persona con la realidad que tú tienes de ellas, parecen genuinamente sorprendidas. Quizá la capacidad de ver quién eres en realidad es realmente limitada. Como dice Anna Leonowens: “La mayoría de la gente no ve el mundo como es, lo ve cómo son ellos”. Creo que es una verdad muy poderosa. Debo admitir que a mí también me sucede que la realidad que me muestran difiere mucho del alucine que yo tenía dentro de mi cabeza. Se vale sobarse.

Y ustedes, hermanos, hermanas, ¿han visto esto en ustedes alguna vez? Compartan… si se atreven.

Saludos afectuosos.

Mostro.

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