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Honestamente no sé ni por dónde empezar este escrito. No es un tema que domino porque no lo he experimentado, y no es algo que mi corazón anhela, quizá por el hecho de que no siento que está dentro de mis capacidades. No estoy seguro. Lo único que sé es que ser papá no está dentro de mis planes. Nunca lo he considerado realmente y platicando con mi pareja, sé que él de repente lo ve como algo deseable que quizá nunca le pueda dar.
La paternidad es un tema que me da miedo. Seamos honestos. Si a veces pierdo la paciencia con mis gatos y quiero ahorcarlos (no lo hago, claro), no me imagino con una persona pequeña que tenga mi carácter o mi bocota para contestar. Ya me imagino teniendo peleas a trancazos con mis hijos en el patio trasero. Siempre he bromeado que si tengo un hijo con mi personalidad, uno de los dos va a ir a la cárcel. Sé que a mucha gente no le da risa, pero a mí sí, la verdad. Tiendo a ver hasta las cosas más controversiales con sentido del humor. No me hace popular, definitivamente, pero muchas veces me ayuda a enfrentar las situaciones más difíciles.
Curiosamente, no todos queremos tener hijos. No importa si eres hombre, mujer, trasvesti, transexual, fluído y una larga lista de etcéteras que formamos la raza humana. Es tonto creer que todas las mujeres aspiran a ser mamás y que todos los hombres queremos ser papás. Algunos ni siquiera tenemos interés en casarnos o seguir con los convencionalismos que la sociedad nos dice que debemos desear. Y todo, TODO es digno de respetarse. No porque alguien sea diferente a nosotros vamos a hacerle menos, ¿o sí? Claro que no. Eso sería contradecir nuestra propia lucha de individualidad y tolerancia que tanto hemos buscado.
Pero, ¿qué pasa con esas personas que aspiran a tener hijos y que por alguna razón no pueden? Me imagino que ha de ser de lo más frustrante querer conocer a tus bebés, los reflejos de ti mismo, a quienes cargan tus genes y reconoces como parte de ti mismo y que protegerías con tu misma vida si fuera necesario y no poder conseguirlo. Ha de ser la peor traición de su mismo cuerpo que no puedan crear una pequeña vida que quieren amar sobre todas las cosas.
Más aún ha de ser pesado ver que hay tanta gente que tiene hijos, uno tras otro cuando en realidad ni los quieren. He visto tantos casos de abandono, maltrato y crueldad dentro y fuera de mi consultorio que hacen que la ironía sea aún más marcada. Parece tan injusto que los que no quieren hijos los tienen y los abandonan con sus padres, incluso con extraños con tal de librarse de la responsabilidad y otras que lo desean tanto sean negadas de la experiencia. A veces la naturaleza es un poco cruel.
Mi corazón se rompe cada vez que escucho que alguien que vivía con la esperanza de conocer a su pequeño ser lo ha perdido. No puedo imaginar la tristeza tan profunda y el gran vacío que deja el ser arrebatada de la posibilidad de ser madre, de ser padre. Se siente pesado el ambiente y parece que las culpas que conllevan son muchas. Cuando llega la noticia de un embarazo, normalmente trae consigo una esperanza, un futuro distinto y el comienzo de una nueva etapa con muchas responsabilidades y muchas recompensas. Parece que, sobre todo, la madre es la que siente que fracasó, pero nada qué ver. Uno muchas veces no logra comprender por qué pasan las cosas.
Algo que escuché hace tiempo que marcó mi corazón y me ayudó a acompañar a las que han compartido esa pesada experiencia conmigo es que cada bebé que llega a un cuerpo es un ángel de Dios que los escogió como padres para poder cumplir con el requisito de tener un cuerpo humano, lo que te hace muy especial, pero que son tan amados que no necesitan pasar por el periodo de prueba que nosotros llamamos “vida” para comprobar su lealtad, por lo tanto, al pasar por un cuerpo humano, cumplieron su cometido y por eso mueren antes de nacer. Y que eres tan afortunada que te escogieron a ti para darles esa oportunidad, aunque no sea algo que entiendas. Eso lo he compartido con varias personas y he visto muchas veces que esa idea les trae un poco de paz. Quizá no quita el dolor, porque eso es parte del proceso, pero al menos hace que una experiencia amarga y traumática se haga un poco más tolerable. Quizá un poco de consuelo no sea algo tan malo, ¿no?
Posiblemente no sea del todo sabio querer comprender el porqué de todo. A veces la naturaleza, el universo, Dios o como le quieran llamar ustedes comprende mejor que nosotros lo que tenemos qué pasar y lo que debemos aprender en esta vida. Recordemos que a veces nuestro cerebro humano es terco y nuestro corazón quiere lo que quiere y le importa poco si es racional o no.
No intento sermonear a nadie, ni hacer creer a nadie lo que mi alma siente. Solo lo comparto de todo corazón y con todo respeto para esas personas que han perdido lo que más han deseado. Les mando todo mi amor a esas personas que están frustradas y dolidas por no tener lo que anhelan. Quizá con el tiempo se sanen sus heridas y puedan lograr sus metas. Tengan paciencia.
Recordemos que en el mundo hay mucha gente que necesita mucho amor. Tanto niño abandonado y luego no quieren que los unicornios de color los adoptemos. No vayan a salir raros como nosotros.
Y para ustedes que los tienen y no los quieren: también les mando mucho cariño, estoy seguro que tienen sus razones. Todos tenemos una historia qué contar. Es la maravilla del ser humano, la historia nunca se acaba.
Y ustedes hermanos, hermanas, ¿qué opinan? Compartan… si se atreven.
Les mando saludos afectuosos.
Mostro.