¿Por qué no tengo lo que quiero?

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#MostroVacci

Las riquezas son muy agradables… supongo. Para ser honestos los montones de dinero no son algo que conozco. Pero, juzgando por lo que mucha gente está dispuesta a hacer con tal de obtenerlo, puedo determinar que es algo muy grato ya que al parecer, la moral, los valores y la vida misma valen menos que unos billetes…

Conozco a mucha gente, muchísima. Tengo la fortuna de poder tener todo tipo de conversaciones, cosa que se me hace maravillosa porque tengo la oportunidad de ver muchos puntos de vista diferentes que me ayudan a ver el mundo de formas y colores diferentes y muy variados. Con cada plática que tengo, sea buena o desagradable, me permite ver a través de los ojos de otro ser humano, hasta lo que a veces no comprendo o simplemente no quiero ver. Toda conversación me ayuda a comprender un poco más al ser humano, que tiende a ser complejo y muy interesante. Y como en mi caso no hay plática prohibida, mejor para mí porque puedo escuchar las diferentes perspectivas de la vida.

Algo que siempre me ha llamado la atención es cómo la gente se queja de que las cosas no van como uno quiere. Resulta que siempre hay circunstancias que se empeñan en obstaculizar el progreso de uno de forma que no puede lograr sus metas, por lo tanto, sus sueños no se pueden hacer realidad, (¡maldito destino!). No sé quién les dijo que la vida es fácil o que se merecen todo sin meter las horas, sin hacer sacrificios y sin mover un dedo, pero les mintieron. A mí siempre me dijeron que puedo lograr lo que quiera siempre y cuando esté dispuesto a trabajar duro por ello.

¿Qué no pudiste estudiar porque tuviste hijos muy joven? Pues si te hubieras cuidado cuando empezaste a tener relaciones sexuales a los 14 años, quizá no hubieras tenido que sacrificar tus sueños para que tus hijos pudieran tener los propios. Cuando te calientas la cabeza de casarte con tu primera pareja a los 17 y luego andas llorando a los 30 de que no disfrutaste tu juventud, lamento decirte que no fue más que el resultado de tus decisiones. Querías casarte. Te casaste, por lo tanto, no tienes derecho a estarte quejando de que no aprovechaste porque a la hora de decir que ya eras una persona madura y ue ibas a hacer lo que querías no estabas pensando que hay decisiones que duran toda la vida. Igual, si no eres feliz, divórciate, pero ¿qué va a decir la gente?, ¡Pfft! Al parecer es mejor vivir reprimido toda la vida que ser feliz por lo que otros (que ni relevantes son, como los vecinos) van a creer.

Seamos realistas. Las cosas nunca son fáciles de obtener. Pero la gente que en realidad quiere cumplir sus deseos y hacer lo que quiere lucha como loca por obtenerlo. Una persona que quiero mucho entró a la carrera conmigo a sus 38 años, al mismo tiempo que su hija y ahora es una de las mejores profesionistas que conozco. Y lo hizo con muchos sacrificios, desvelos y lágrimas. Es una de las personas que más me inspira (gracias Sara). Mamá Vacci trabajaba y estudiaba de noche con tal de obtener sus estudios al mismo tiempo que criaba tres hijos. Cero excusas. Muchos dolores de cabeza y preocupaciones, ¡Y lo logró! Impresionante. Esas son las personas en las que pienso cuando las fuerzas amenazan por dejarme, no en esas que les dan todo y aún se quejan de que están muy cansados.

Uno tiene lo que quiere. Y si no, lo obtiene. Hay formas de hacerlo y de manera legal. No tenemos qué robar, extorsionar ni manipular a nadie para lograrlo. El trabajo duro es cansado, sí, pero trae consigo unas recompensas increíbles también. El hecho de ganarse las cosas es algo maravilloso. Todo parece caerse sobre uno de repente, pero con un poco de paciencia y mucho, mucho trabajo, todo se puede obtener.

Entonces la pregunta es ¿por qué no tengo lo que quiero? Sencillo: porque no lo quieres. Si lo quisieras ya estuvieras trabajando para obtenerlo. Pero, ¿qué pasa cuando lo busco y no pasa? Pues no pasa y ya. A veces hay que ser persistente e intentar muchas veces para lograrlo. Es como cuando reprobé mi examen de admisión de la universidad. Me sentí un completo fracasado, más por el hecho de que todos mis amigos sí quedaron. Me quería morir. Pero después de autocompadecerme unas cuantas semanas, volví a intentar al siguiente año, preparándome más y dejando atrás esa arrogancia inicial y con más determinación que antes y al fin quedé. Al final logré lo que quise, sólo tardé un poco más de lo que esperaba y me llevé una buena lección sobre la humildad en el proceso.

Yo mido la vida por las cosas que tienes. No las riquezas monetarias, ya que para mí hay otros tipos de fortunas que hay en mi vida que otros no tienen o que son tan ciegos que no logran apreciarlas: tengo un buen trabajo, tengo mi carrera, tengo mis pacientes, mi propia casa (un depa del tamaño de una cajita de zapatos pero lo amo intensamente), tengo amigos increíbles, hay mucho amor en mi vida. Hasta mascotas tengo. Mi espiritualidad es sana y hablo con ese ser superior en el que yo creo y me importa muy poco si otros no creen en Él porque a paz y la felicidad que me trae esa relación no se compara con nada. Mi vida es sencilla pero muy buena para mis gustos.

Ya la gente que quiere mucho dinero y es a todo lo que aspira, pues que se mate trabajando o buscando parejas ricas. Si eso los hace felices, adelante. Ya si resulta que su vida no los llena, pues a buscar lo que sí lo hace, ¿no?

Algo que con los años he aprendido a golpes es que siempre obtienes lo que pagas. Si solo estás dispuesto a gastar un peso por tu vida, un peso es lo que va a valer…

Y ustedes hermanos, hermanas, ¿qué opinan? Compartan… si se atreven…

Saludos afectuosos.

Mostro.

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