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Es curioso. Estamos tan acostumbrados a estereotipar, calificar y categorizar a todo lo que nos rodea que a veces ni nos damos cuenta de que lo estamos haciendo. No parece ser algo tan malo, ya que nuestra mente funciona de esa manera, pero en verdad que a veces lo llevamos a los extremos.
Ya tiene tiempo que había notado esto: la gente que me conoce me tiene en una categoría bien fea. Me tienen tachado como una persona horrible. Al parecer soy lo peor de la existencia humana, una muestra de lo que anda mal en el mundo. Suena exagerado, pero los comentarios que cada vez más seguido escucho son alarmantes. Es como si mi hermana tuviera la razón al afirmar que estoy coludido con Satanás mismo y que mi misión en la vida es estar sólo. Como dirían sus palabras: “mi vida no será nada”.
Wow. No deja de impresionarme la falta de capacidad que tengo para comprender semejantes palabras dirigidas hacia mí. Está bien que soy sarcástico y duro con mis palabras, pero nunca me di cuenta qué tan podrida estaba mi alma. Es deprimente escuchar las palabras que unas personas usan para describirme.
Como el otro día estaba platicando con una amiga muy querida por el Messenger. Me dice que me ama porque soy un amigo de verdad aunque soy una persona muy cruel, ¿cruel, esa es la palabra que en sus ojos me caracteriza? No recuerdo un momento en el que haya sido cruel con ella o alrededor de ella, pero al parecer eso es lo que piensa de mí. Y es de las que me ama, a pesar de eso, dice ella. Lo bueno que soy un gran amigo.
Otro amigo me dijo el otro día que no confía en mí, que siempre está esperando un comentario malo de mí. O que disfruto jugar con su mente, ¿en serio reina? Me la paso buscando la manera de estar bien con él y de crear un ambiente de confianza donde nuestra amistad pueda florecer y me sale con esa babosada. Es el colmo. Y lo peor de todo es que me la pasé explicándole cómo he evitado hacer todo lo que le molesta o le incomoda. Vaya ironía.
Me dice otra persona que en un momento fue cercana a mí que sólo me la paso criticándola. Me pide mi opinión sobre algo que hizo y cuando se la doy, me dice que no soy solidario por el hecho de no siempre estar de acuerdo con ella. Por tener mi propio criterio y por tener la capacidad humana de tener mis propias ideas. Entonces me dice un día que sólo me la paso haciéndola sentir mal porque cuando me pregunta, le doy mi opinión. Incluso llegó un momento donde por todo le daba la razón con tal de no discutir y resulta que soy mal amigo porque sólo la tomo a loca. ¿quién la entiende, pues?
Mi familia dice que soy malo, indiferente y cruel. Una idiota dice que bailo en los brazos de satanás por ser gay. El caso es que descubro que estar callado es mejor. El problema es que cuando no digo nada estoy deprimido y eso que soy psicólogo, que pobres de mis pacientes. Me reducen a una emoción, una expresión o un comentario. Quien visita mi cama es tema de conversación y crítica como si yo me fijara con quién se acuestan y por dónde les entra.
No importa que trate de ser buena persona, no importa que ayude a mucha gente a buscar su felicidad. No importa que viva escondido del mundo para que no me molesten y que no moleste a nadie, al parecer mi mera existencia es controversial para algunas personas. Ni se diga si quisiera tener hijos, porque al parecer, mi especie no tiene la capacidad para criar a un ser humano con valores. Sólo me dedicaré a violar a mis hijos porque es lo que hacemos, ¡vaya mundo!
El caso es que soy malo, estoy podrido, soy desagradable, un adefesio de la vida. Hubiera estado interesante haber escuchado un comentario positivo sobre mi persona sin que viniera acompañado de un “pero…”. A veces sí quisiera ser esa persona que ellos ven. Ser malo y que me valga poco el mundo y los sentimientos de las personas. Ser tan destructivo como me pintan y hacer que el mundo arda mientras lo contemplo y me río. Aparentemente tengo el poder de hacerlo. Quizá sea hora de comenzar.
Ni yo quisiera ser mi amigo, no manches. Esa persona que describen merece ser linchada. Está bien que mis alumnos me pinten como un tirano porque soy estricto con ellos, pero el hecho de que las personas que me rodean, y que yo sentía que importan me pinten en esa luz me hace ver que en realidad no me conocen. Que sólo ven lo que sus ojos pueden ver y que sus mentes no comprenden lo que yo represento, ya sea porque no pueden verlo o porque simplemente no quieren.
Así como me ponen, encuentro cada día más razones para odiarme. Yo no quisiera ser mi amigo si fuera como me describen. Soy un monstruo, quizá Mostro sería un apodo adecuado para una escoria como yo. Triste pero cierto.
Lo único que puedo ser es yo mismo, ya si me ven en esa luz, pues ni modo. Curiosamente cuando me necesitan no soy tan repugnante ni tan malo. Ahí es cuando soy la persona más maravillosa del mundo y soy un gran ser humano. Ahí se acabaron mis defectos y sarcasmos. Mhm.
En fín. Hasta Aileen Wournos decía ser buena persona. Quizá sea la forma en que me gustaría verme para no caer en el abismo de la desesperación. Estar en la orilla me agrada, puedes ver cosas interesantes y aterradoras al mismo tiempo, sin embargo, esas corrientes de aire que la gente te avienta para ver cuánto aguantas antes de caer tienden a cansarme. A ver si celebran cuando el abismo al fin me trague, quiere decir que han ganado.
Y ustedes, hermanos, hermanas, ¿qué piensan? Compartan… si se atreven.
Saludos afectuosos.
Mostro.