No queremos ser parte de la conversación, queremos que nos dejen en paz.

claricelecter@hotmail.com

#MostroVacci

Por lo que veo, la gente se imagina que las personas de colores queremos ser el centro de atención, la vida de la fiesta, el tema principal de cada plática. Somos las divas que necesitamos que nos mencionen constantemente o peligramos desaparecer de la existencia. Buscamos constantemente la aprobación de esas personas que constituyen la “normalidad” para poder sentirnos humanos, válidos y merecedores de una simple existencia, pero no, no es así, a pesar de lo que muchos pueden pensar, no buscamos se parte de la conversación, sino que nos dejen en paz y que ni siquiera nos mencionen en sus pláticas.

Lo que buscamos los que trabajamos en la constante educación y re-educación tanto de las demás personas como la de uno mismo, como los activistas, psicólogos, educadores y una larga lista de etcéteras es que llegue el momento que nuestra existencia simplemente sea sin necesidad de ser un cuchicheo, un viboreo o un comentario despectivo entre dientes o una conversación que se necesita tener en privado cuidando siempre de no ser escuchados para no ser cancelados.

No queremos privilegios ni consideraciones especiales, queremos lo que todos los demás tienen, el derecho a la vida, a casarnos, a tomar decisiones sin consultarlo antes con otros y sobre todo, a no estar pidiendo disculpas por ser diferentes ni a estar justificando nuestra existencia o sintiendo culpas por haber decepcionado a nuestras familias. Mucho menos queremos estar explicando lo que somos y lo que no somos porque algún ignorante nos confunde con un abusador, cosa que no tiene nada qué ver con la orientación sexual y sin embargo, mucha gente lo asocia casi automáticamente porque así nos han enseñado a hacerlo.

No quiero tener una conversación con mi familia ni con mis seres queridos para advertirles que voy a traer a la cena a alguien de mi mismo sexo, sino que simplemente lo presento y no es todo un tema de conversación sin la necesidad de escuchar comentarios como “los acepto siempre y cuando se sepan comportar” o “te apoyo siempre y cuando no te fijes en mí”. No veo por qué es necesario pedir permiso para amar a alguien, o simplemente para amarme a mí mismo siendo diferente a lo que los demás quieren. Parece que no logran comprender que no escogimos ser así, solo nos tocó serlo y hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos. No es como que nos metieron a un cuarto y nos preguntaron si queríamos ser diferentes, solo descubrimos que lo somos y enfrentamos lo que vino a nuestra manera.

Quisiera poder respirar constantemente sintiéndome tan invisible como el resto del mundo, sin tener miedo a hablar con alguien en la calle por miedo a que se me note lo maricón y que posiblemente me puedan atacar o matar por algo que no puedo controlar. Quisiera poder tener una conversación sin me mi sexualidad no salga a flote como tema de conversación. Al parecer ese pequeño aspecto de mi existencia domina todo lo demás. Veo que la gente sexualiza mi vida y me simplifica con una sola palabra que en sus ojos define mi existencia: joto. No importa qué soy, qué hago, qué pienso, qué siento o lo que diga, todo parte de ahí y el resto tiende a ser irrelevante.

Y no, no quiero ser el centro de las atenciones, solo quiero experimentar mi vida libremente sin sentirme observado, sin necesidad de contar chistes estúpidos para ser más simpático con tal de tener la aceptación de otros, sin la necesidad de caminar alerta para no correr peligros innecesarios en la calle. No quiero ser el tema de la plática, sino parte de ella. No quiero ser el centro de las controversias, solo quiero disfrutar mi tiempo y a mi pareja sin ser el objeto de chismes y cuchicheos.

Porque resulta que cuando yo me meto en la vida de la gente y hago comentarios, hasta violentas se ponen y gritan que con ellos no me meta, porque no tengo derecho a hacerlo, pero al parecer no merezco las mismas consideraciones porque mi vida está abierta al escudriño, al veneno y a los comentarios odiosos e ignorantes. Y aparte de todo, tengo que ser maduro e ignorarlos cuando a veces solo quiero tumbarle los dientes a uno que otro. Cuando se trata de mí, todo se vale, pero con ellos, no hay derecho de opinar. Curioso.

No tengamos un diálogo, mejor cada quien en su esquina y que cada quien se ocupe de su vida, ¿qué dicen? Encárgate de lo tuyo y yo me encargaré de lo mío y te prometo no molestarte, siempre y cuando no me molestes. Porque te aseguro que mientras yo sea una abominación condenada al infierno por mis pecados, ésta abominación te va a hacer comentarios pesados de tu religión hipócrita y convenenciera. No puedes esperar ser respetado si tú no das el respeto primero.

Tengamos en mente que lo que lanzamos al universo es lo mismo que regresa a descalabrarnos…

Y ustedes, darlings, ¿qué opinan? Compartan… si se atreven…
Saludos afectuosos.

Mostro.

Deja una respuesta