
claricelecter@hotmail.com
Me considero una persona fuerte. Tiendo a no perder el tiempo con cosas pequeñas que atentan contra mi salud mental y honestamente las personas con la mente cerrada que se esfuerzan en bajar mi autoestima me aburren enormemente. Parece que entre más atención les pones a esa gente, más se esmera en estar molestando, así que en mi mundo simplemente no existen. Y no soportan ser ignorados, ya que causando una reacción, sobre todo negativa parece reafirmar su triste, triste existencia. No gracias.
Sé cuidarme solo, lo he estado haciendo durante muchos años. Pero eso no quiere decir que no necesito conectarme con otros seres humanos. El hecho de ser independiente no significa que dejo de ser un ser social. Necesito estar rodeado de otros y sentirme comprendido, escuchado e incluso amado para poder sobrevivir y poder conectarme con los que me rodean. Por eso he hecho tanto énfasis en la familia que escogemos, porque al final de cuentas necesitamos sentirnos parte de algo, no somos islas, necesitamos enlazar nuestras mentes con seres afines.
Por eso cuando me han dicho que no se preocupan por mí porque soy muy fuerte y nada me puede pasar se me hace la excusa más tonta para no buscarme, sobre todo cuando no me necesitan. Es el argumento clásico de esos que me buscan para sacarme algún provecho, ya sea que necesiten dinero, un favor o simplemente platicar con alguien (ya que la terapia es muy cara). Incluso han sido personas que dicen que nunca irían con un psicólogo como yo porque no parezco suficientemente profesional. Claro, cuando cobro no soy suficiente pero cuando soy gratis soy lo mejor, sobre todo cuando tengo mi propio carro y voy a verlos a domicilio. Al parecer mi profesionalismo varía conforme mi disponibilidad para ayudarlos cambia.
Me notado que cuando la gente me encuentra útil, me buscan mucho, pero cuando necesito ayuda, tienden a desaparecer. Después, cuando sus necesidades vuelven, mi teléfono suena de nuevo. Mi Whatsapp está lleno de mensajes de “¿Cómo estás? Hace tiempo que no sé de ti. A propósito, ¿te puedo marcar? Necesito consultar algo contigo…” Mi respuesta parece molestar porque siempre les digo que no saben de mí porque no quieren. Y es la verdad, a la mayoría no les importa cómo estoy, sino mi disponibilidad de horario para dar consultas gratis. Comprendo que soy una herramienta útil, pero una cosa es que entre pláticas te pidan consejo y otra es que te traten como el teflón que arrumbas en un cajón hasta que tienes una fuga de agua.
¿Cuántas veces no he escuchado ese argumento de que yo me puedo cuidar solo y que por eso no piensan en mí? No es agradable escuchar eso. No es bonito pensar que no valgo la pena como para que piensen en mi, ¿o sea que debo apagar los fuegos ajenos mientras lidio con los míos al mismo tiempo, que debo ser fuerte para el resto del mundo y doblemente fuerte para mí mismo? Y claro, que debo hacerlo en silencio para que no se den cuenta y no se vayan a incomodar, porque eso es desconsiderado. Y por ser psicólogo, debo mantener una imagen irreal de perfección para mantener las apariencias implementadas por personas que probablemente tienen el alma seca. Una vez hasta me dijeron que no podía llorar frente a ellos porque eso los hacía llorar y eso era muy cruel. O sea que si me estoy muriendo por dentro, mientras los demás no se den cuenta, no hay problema. Increíble.
Soy un ser humano, seamos realistas. Necesito amor y pertenencia. Es vital poder conectarme emocionalmente con otros seres como yo. Es infinitamente importante tener amigos, pareja, familia, tanto como la comida o al aire que respiro. No es posible vivir como una piedra que no siente. La soledad es algo horrible y a veces nos hace aceptar a cualquiera que se nos acerca con tal de no estar solos, lo que muchas veces trae consigo las relaciones abusivas. En ocasiones estamos dispuestos a aceptar cualquier cosa con tal de tener a alguien a nuestro lado, de sentir un poco de calor y eso es algo muy triste, porque así como hay gente que está desesperada por no estar sola, hay otros que buscan a gente así para poder hacer lo que quieren con ellas y así obtener lo que quieren sin remordimiento alguno. Esos seres oportunistas son los que más daños causan porque incluso van desmoronando el autoestima de los demás con tal de no perder su fuente de satisfacciones. No importan las consecuencias, siempre y cuando no sean para ellos, al cabo que cuando finalmente terminen destruyendo a quienes usan, encontrarán a otro igual que saciará sus necesidades.
Lo he visto en mi propia vlda, por eso los conozco bien. La amiga que me pide que vaya a su casa para escuchar sus problemas, y que lleve cerveza para que ella tome mientras me los cuenta. El tipo que me marcaba a las dos de la mañana porque necesitaba a alguien para llorar, no, no podía ir a mi casa, tenía que ir yo. Esa prima que me marca cuando necesita dinero pero que no me busca para nada en otra ocasión. Ese amigo que me reclama que no conoce mi casa, pero cuando lo invito me dice que vivo muy lejos, pero sus demás amigos al parecer no. Esa chica que necesita que la lleve a tal lugar porque el taxi le sale muy caro y quiere ir en carro. Esa cita que escogió un restaurante caro porque lo quería conocer pero no le alcanzaba, pero en realidad no le intereso, aceptó salir conmigo para ir ahí porque, por supuesto, yo iba a pagar. Tengo muchas historias.
Afortunadamente, esas experiencias hacen que la muy poca gente que tengo cerca de mi corazón resalten más. Porque es lo que las hace tan especiales, su gentileza, su generosidad y su interés en mí. Me cuidan tanto como yo a ellos y eso hace que el mundo fluya de una manera natural. Una vez que alguien demuestra que vale la pena, es muy difícil que los deje ir. Hay qué besar muchos sapos para encontrar alguien de la realeza.
Y para esos que solo ven por sus intereses: no se sorprendan de verse cada vez más abandonados. La gente cada vez tiene menos tolerancia para ser usada y descartada. Cada vez son más asertivos y no dudan en mandarlos a volar. Mucha gente ya no está dispuesta a valorarse menos solo para recibir las migajas de otros y eso es algo maravilloso. Quizá esa especie termine en peligro de extinción y me da gusto porque no le traen nada bueno al mundo.
Dejemos de buscar nuestro valor en los ojos de otros, ya que no todos tienen la capacidad de apreciar lo que es bueno…
Y ustedes hermanos, hermanas, ¿cuál es su experiencia? Compartan… si se atreven…
Saludos afectuosos.
Mostro.