
claricelecter@hotmail.com
¿Hay algo más decepcionante en este mundo que una persona que pone excusas para explicar por qué no hizo algo que juró por lo que más amaba que iba a hacer? No creo. En realidad, la escala de los valores humanos se puede medir con munchos diferentes instrumentos, sin embargo, la palabra de honor, en lo personal, me parece una de las maneras más precisas de determinar lo que vale una persona, ya que me dice claramente lo que ese ser humano tiene potencial de significar en mi vida.
Estamos en los tiempos de las promesas rotas. Al parecer, la gente se la pasa hablando de los dientes para afuera, diciendo lo que sea con tal de salir del problema o de obtener lo que quieren sin importar a quién afectan o las consecuencias que sus acciones pueden tener a futuro. Total, si se atoran con algo, volverán a usar sus palabras para resolver los problemas. Parece ser un ciclo vicioso de proporciones astronómicas.
Por eso es muy importante saber cuáles son los compromisos que uno se está echando a la encima, no vaya a ser que el peso sea demasiado y terminemos aplastados bajo su peso. Claro, el hecho de que nos importe poco si nos toman en serio o no ayuda mucho a algunos a pasar por alto esa gran responsabilidad, por lo tanto, se la pasan haciendo y diciendo lo que les da la gana. Sin embargo, el hecho de que digamos algo y la gente ya sepa que no se va a hacer o que al final de cuentas vamos a salir con mil y una razones por las que no cumplimos es algo muy triste porque quiere decir que ya dejaron de creer en nosotros, por lo tanto, dejamos de ser confiables.
Y creo que no hay nada peor que saber que somos esa persona que nunca cumple, la que siempre dice que va a ir y siempre se le descompone el carro en el camino, la que ofrece llevar un platillo y resulta que su mamá se enfermó, la señora que dice que no va a llevar a sus niños a la reunión y llega con todos porque no había quién los cuidara, lo que convierte la fiesta de adultos en una de niños porque ahora hay qué adaptar todo para su entretenimiento. La que viene en el carro que resulta al final que nunca llegó y se la pasó mandando mensajes que iba saliendo, e la carretera, en el estacionamiento y al final, resulta que nunca apareció.
Y ustedes, darlings, ¿qué opinan? Compartan… si se atreven….
Saludos afectuosos.
Mostro.