
claricelecter@hotmail.com
OK, llegamos a Julio, ya el mes del orgullo quedó atrás, ya marché en mi ciudad, en la ciudad vecina, ayudé (más parecido a estorbar) con gente que se dedica a buscar los cambios positivos para mi gente en el mundo, asistí a las obras, conferencias, pláticas, fiestas y ceremonias correspondientes, ¿y ahora qué? Pues hay qué empacar todo lo que tiene un arcoíris para guardarlo bien para el año que entra, no se vayan a dañar si lo tengo rodando por la casa.
Es hora de que las empresas comiencen su vida normal y regresen a discriminarnos constantemente, ya que no somos la estrategia de mercado de moda que les va a traer dinero. Ahora sí nos convertimos en los latosos que siguen exigiendo sus derechos y que se la pasan quejándose constantemente a pesar de que las cosas “están mucho mejores que antes” mientras nos ofendemos por que algún personaje sugiere una marcha del orgullo heterosexual porque dicen que se sienten atacados por no ser de la mafia de colores, por lo tanto, sufren de discriminación.
¿Y dónde guardo mi orientación sexual durante éstos once meses mientras no soy el gay comodín que todos quieren como amigo para demostrar lo tolerantes que son? ¿Cómo doblo mis sentimientos y los empaco en una caja en el fondo de una habitación de mi depa para ser “normal” como me dicen que debo ser para poder existir? Por más que lo intento, siempre que lo he hecho, salen volando como si tuvieran resortes y hacen un desastre en mi casa porque resulta que no es tan sencilla la cosa, resulta que soy gay de tiempo completo. No tengo el lujo de no existir el resto del año porque resulta que cuando firmé el contrato fue de por vida (porque aún hay gente que piensa que uno escoge todo esto).
Pero el ser homosexual no es algo que escogí. ¡Ni siquiera lo quería! Los colores de mi alma me escogieron a mí y no me preguntaron si estaba listo para toda la montaña rusa de experiencias y emociones que vienen con ello. Nada me preparó mental ni emocionalmente para recibir las miradas desaprobadoras por ir caminando por la calle con mi pareja a un lado, tampoco me advirtieron que la gente se iba a meter en mis conversaciones privadas para opinar con sus ideas retrógradas para decirme lo que es correcto y apropiado o que en cada casa casa donde me recibirían me iban a pedir que me comporte porque hay niños como si llegara con la intención de ponerme a agasajar en los sillones frente a todos. Nadie me dijo en la capacitación que cada conversación iba a ir de dos maneras, (ambas igual de estúpidas para ser honesto): que son “necesitas aceptar a Cristo en tu vida porque te vas a ir al infierno porque eres una abominación” o “no tengo problemas con que seas lo que seas siempre y cuando —- insertar condiciones —-“, como si necesitara su autorización y aprobación para ser y respirar. Si la vida no pidió mi permiso, ¿qué les hace pensar que necesito el suyo para existir?
¿Por qué necesito dar explicaciones de lo que soy y lo que no soy? Porque una cosa es contestar unas preguntas que ayudan a entender a otros y otra es recibir un interrogatorio donde me preguntan si me atraen sexualmente los niños, ¿en serio? Creo que todos los miembros de nuestra comunidad se han topado con esas preguntas como cuando me dijeron que hay una iniciación para ser gay donde necesitas abusar de un menor. Honestamente, en mi vida había escuchado semejante cosa. Es de las pocas veces que me daban ganas de agarrar y sacudir a esa persona, porque considerando que me conoce de toda la vida, tuvo el atrevimiento de pensar eso de mí. Y luego se sorprenden que no soy tan paciente para explicar que eso no es cierto, porque diga lo que diga, para muchos es una verdad absoluta y eso se me hace muy triste.
He dedicado mi vida a compartir mi experiencia para poder conectar con otras personas que puedan estar pasando por lo mismo. Quisiera pensar que cada una de mis palabras tiene un gran eco que suena en los rincones más lejanos y que, aunque no tengo ni idea de a quién le pueda servir, lo lanzo al universo con toda la esperanza de mi triste corazón de que tenga algún efecto en la gente y que traiga un poco de luz y color en un mundo oscuro. Quisiera que mi historia le sirva a esos seres humanos que se sienten solos para que vean que habemos otros con historias similares. Todo es cuestión de conectar y dejar una huella positiva para que el odio no gane. Lucho constantemente con los demonios de mi cabeza que ven que a los eventos culturales van pocas personas mientras que tratándose de la decadencia, la borrachera y la perdición se llenan las calles a tal grado que no se puede ni caminar y que se la pasan susurrándome en el oído que todo es una causa perdida, que mejor me rinda y deje todo por la paz.
Que digan lo que quieran, que griten si desean. Al final de cuentas mi voz es más poderosa y la esperanza con la que vivo me hace escribir una palabra más, asistir a un evento más, abrazar a una persona más, compartir historias con un ser humano más, debatir una vez más, contestar una pregunta más, porque todo es por cambiar el mundo una acción a la vez. Nuestras voces serán minoría, pero son muy poderosas y por más que nos quieran silenciar, más ruido vamos a hacer.
Así que si eres de esas personas que se incomodan con mi presencia, que me piden que me edite para que no te cause ruido y que me acepta de dientes para afuera, espero que estés preparado para seguir estando incómodo porque mi luz siempre va a encandilar a tus demonios.
Nuestra existencia es señal de resistencia…
Y ustedes hermanos, hermanas, ¿qué opinan? Compartan… si se atreven…
Saludos afectuosos.
Mostro.