¿Me dejaste en visto?

claricelecter@hotmail.com

#MostroVacci


Hay dos cosas que me molestan en esta vida: que me mientan y que me ignoren. Honestamente no sé qué es peor. Cuando digo algo y la gente hace como que no me escucha, me hace recordar lo que se siente no tener una voz, esos momentos donde no te toman en cuenta para nada y pareces invisible. De perdida cuando te mienten, se toman la molestia de confirmar que existes…

Digo, no es algo bueno que te quieran ver la cara de tonto, de hecho, puedo hacer escritos completos sobre lo que implica que te vean a la cara y te digan algo que simplemente no es verdad, pero si tomamos en cuenta las dos acciones, honestamente, el hecho de que mis palabras tengan el mismo impacto que cuando estoy teniendo una conversación con un buzón tiende a tener más peso en mi mundo.

En el Whatsapp, por ejemplo, existen dos versiones de las palomitas que han causado grandes problemas, una es cuando se recibió el mensaje y simplemente no se abre y la otra es la peor de todas, cuando se tornan azules, porque quiere decir que abrieron tu mensaje y simplemente no te contestaron. Esa es la muerte. Es la más clara señal de que no les importó contestarte. Es lo que más puede despertar tus inseguridades y hacerte sentir ignorado. Increíble que dos simples marcas azules causen tantos problemas en la mente humana.

Y obviamente, tengo que tomar los mensajes de quien vienen. La gente que en realidad importa en mi vida, normalmente me contesta en un tiempo razonable, lo que tomo como una señal de que lo que les tengo qué decir les importa y se toman el tiempo de darme una respuesta. Aunque sea un simple saludo o una pregunta de cómo están. La gente que tiene más valor en mi vida generalmente se toma la molestia de devolverme ese sencillo cariño de la forma más simple y poderosa que existe. El problema es cuando a la gente que le das más valor de la que merecen reciben tus mensajes. Es cuando uno descubre el valor que uno tiene para ellos.

Lo más triste del caso es que cuando recibo un mensaje, tengo la patética necesidad de contestarlo rápido. Lo sé, patético, pero así es como funciona mi mente. No lo puedo evitar. Estoy consciente de que debo darme mi lugar y que no todos merecen que les conteste al instante, pero mi cerebro no me permite verlo de cualquier otra forma. De hecho, lo ideal es darle la prioridad a las personas como ellas me la dan a mí: si me contestan rápido o lento, les doy la misma atención. Definitivamente es un reto que estoy trabajando en superar.

Y lo que más chistoso se me hace de todo este enredo es que cuando a la gente no le contestas al momento, no dudan en reclamarte. Al parecer, se les hace inconcebible que no les des prioridad uno en tu vida. Me los imagino pensando que en cuando suena el celular con su mensaje (porque debes tener un tono especial para ellos, por supuesto), dejas caer el plato de comida, la escoba o a tu pareja con tal de responder su mensaje urgente e importante. He recibido quejas, reclamos y hasta regaños de gente que tarda hasta días en contestarme algo cuando no les respondo inmediatamente.

Hace tiempo tuve un amigo que yo valoraba mucho. Varios, de hecho. El caso es que este personaje que jura a diestra y siniestra que yo soy su único amigo siempre duraba días o semanas en contestarme (cuando lo hacía, porque muchas veces ni respuesta tuve), y siempre que me buscaba le contestaba. El caso es que cuando comencé a hacer lo mismo que él, no tardó nada en preguntarme por qué estaba enojado con él. La verdad es que no lo estaba, simplemente que hace tiempo comencé a dar lo que recibóa de la gente, y lo que descubrí es que a la gente no le gusta eso. Siempre quieren recibir mucho más de lo que dan. Al parecer, es como esa gente siente que debería ser: ellos al centro del universo y nosotros los privilegiados de que conocen de nuestra existencia. Claro, cada uno es el centro de su propio universo, pero seamos realistas, mis queridos unicornios. No somos el regalo de los dioses a la humanidad…

Y sí, antes de que se emocionen, lo sé. Son ideas personales y reflexiones internas. Recordemos que el propósito de estos escritos es compartir mis ideas y locuras con ustedes para comparar, crecer y aprender unos de otros. No tengo delirios de que mis ideas son las correctas ni las que rigen al mundo, pero sí son las que habitan en mi cabeza, por lo tanto, son importantes para mí. Y parte de compartir con ustedes es sacar esas inseguridades a la luz para recordarnos constantemente de que somos humanos y tenemos cosas buenas y malas rondando por nuestras mentes.

Eso dicho, ahora que soy adulto no estoy dispuesto a darle a la gente lo que no me da, especialmente a esa gente que vive creyendo que el mundo les debe algo. No soy el indicado para estar saldando cuentas imaginarias. Solo me toca trabajar en mis ideas y sentimientos para tratar de ser sano y no volverme loco creyendo cosas que me causan daños. Soy responsable de lo mío y mis acciones, nada más. Haré mi voz sonar, si el mundo decide ignorarme, ya no queda en mí. Esa es la promesa que me hago de hoy en adelante: no le pondré subtítulos ni mensajes ocultos a las cosas. Es lo que es y punto final.

La vida es tan complicada o tan sencilla como uno la quiere hacer. Igual, quien no quiera recibir mis mensajes, al final de cuentas terminará recibiendo mi silencio.


Y ustedes hermanos, hermanas, ¿qué opinan? Compartan… si se atreven…

Saludos afectuosos.

Mostro.

Deja una respuesta