
claricelecter@hotmail.com
No soy un gay normal. No soy fan de Fey ni de Paulina Rubio. No me agrada la música de Yuri y la idea de escuchar a Thalía me deprime. Personalmente no me agrada su voz, pero es mi perspectiva personal. Me agradan las voces raras porque son distintivas y diferentes. No soy conocedor de la música ni experto de ninguna manera, sólo sé lo que a mí me causa placer auditivo.
No digo que sean malos artistas, para nada. Al contrario, el ser una figura pública requiere mucho valor y una piel gruesa para las críticas constantes de las personas, en especial de aquéllos que se la pasan criticando el trabajo de otras personas.
Como en una ocasión que llevé a mi mamá al doctor, me invitó a comer. El restaurante al que fuimos era modesto pero agradable y se jactaba de tener la selección más completa de música de los alrededores. El dueño nos dijo que pidiéramos la canción que quisiéramos oír. Mi madre le dice que ponga a “La Gaga” porque a mí me gusta, a lo que el señor responde: “música, señora”. Ok, mensaje captado. Al pedir a otros artistas como José José, Emmanuel, Ricardo Montaner o Vicky Carr, el hombre sólo respondía que ellos tienen “música”, dando a entender que lo que nos gustaba no califica como tal. Al parecer lo que sí cumple con los requisitos es lo que le gustaba a él solamente. Bueno saberlo. Al final le dijimos que pusiera lo que quisiera y terminamos escuchando unas melodías desconocidas para nuestros oídos.
Como persona homosexual me topo constantemente con los estereotipos que conlleva una sexualidad como la mía, incluso en mis gustos musicales. Se le hace raro a la gente que me sepa música de Metallica y de Korn o que me guste la música de Emmanuel. Me considero ecléctico, o sea, que adoro todo tipo de música. No me limito a escuchar lo que dicen que debo tener en mi lista de reproducción. Pareciera que por no cantar a Amanda Miguel me fueran a sacar del sindicato de gays.
Cuando me preguntan qué me gusta, respondo que amo todo tipo de música, a lo que responden con un tono sarcástico que si oigo corridos de narcos. Lo chistoso es que mi respuesta siempre los perturba: yo respeto el arte en todas sus formas, que no me guste no lo hace menos arte. Quizá los corridos no sean mi música de preferencia, pero le tengo respeto igual. Es la expresión de alguien, y el hecho que no sea lo que yo busco, no quiere decir que a mucha gente no le agrade. Como no es lo mío, simplemente no lo escucho y ya, pero eso no me da derecho a quitarle su valor.
La gente siempre sonríe cuando se entera que me agrada Madonna o Lady Gaga, como si fuera de esperarse que porque tengo gusto por los hombres que automáticamente me deben gustar esas cantantes, si no, corro el peligro de que cancelen mi membresía y tenga que unirme al creciente grupo de heterosexuales que abunda en el mundo, ¡qué miedo!
Al final de cuentas escucho a quien me da la gana. Si se me antoja escuchar a Rammstein, Mónica Naranjo, Shakira o Joan Manuel Serrat los escucho y ya. No creo que el mundo se acabe o se modifique basándose en mis gustos musicales. Creo que la diversidad de géneros musicales que me agradan hacen que mi mundo sea más variado y abierto a la cultura y abre el paso a unas pláticas muy interesantes sobre el arte, la expresión y la forma de vivir de muchas personas.
Creo que cada uno de nosotros nos expresamos a nuestra manera, en mi caso la escritura es lo que más se me da. Es algo que disfruto, aunque cantar me causa un gran placer, y honestamente me rehúso a limitarme a un solo género para complacer a la gente. Al contrario, aventarte una con mariachi a veces logra captar la emoción que quiero transmitir, y a veces los gritos de Christina Aguilera me ayudan a soltar mis frustraciones al son de “Fighter”.
No creo que sea menos gay si me gusta Vicente Fernandez o sea mejor miembro de la comunidad si me agrada Flans. No creo que la música en inglés sea mejor que la que es en español, ultimadamente, la belleza de la música traspasa barreras de lenguaje, culturales y sexuales. Es la musa que te invita a tocarla suavecita diría Andrea.
Entonces, hermanos, hermanas, amen sus melodías preferidas sin dar explicaciones. Recuerden que si les gusta, les gusta y punto, no tiene que haber un razonamiento científico para ello, simplemente la escuchan y les causa placer, qué rico, ¿no?
¿Ustedes qué piensan? Compartan… si se atreven.
Saludos afectuosos.
Mostro.