La horrible lonja traicionera

claricelecter@hotmail.com

#MostroVacci

Hoy me puse una camiseta verde que me encanta. Me la dio mi mamá hace unas semanas y pensé que me iba a quedar de maravilla. Es un poco ajustada, a la medida, por decirlo así y se ve bien. Me hace sentirme sexy el poder usar ropa que se me ajusta al cuerpo. Hasta iba a trabajar y mientras caminaba oía a RuPaul cantar “Sashay, shanté” mientras yo avanzaba. Iba volando sobre las nubes. 

Todo bien. Hasta que de repente paso frente a unos paneles de cristal que tiene la empresa donde trabajo, esos espejos opacos que te muestran todo lo que no quieres ver. ¡Pas!, que veo cómo mi panza sobresale de mi abdomen haciendo que mi cuerpo se vea todo desproporcionado mientras mis piernas están hasta atrás tratando de no ahogarse. Ni se diga de mis nalgas, al parecer se quedaron atrapadas en otro pantalón porque no tengo ni el suspiro.

Decidí no traumarme  ante la crueldad de la imagen que estaba viendo frente a mí. Al final de cuentas en algunos espejos te ves de maravilla y en otros tantos te ves como un extra del señor de los anillos interpretando a un orco.

Llego al baño, el lugar donde las luces son más severas y los espejos más desgraciados y que me veo. Wow. Qué vista tan deprimente. Ahí estaba parado un tipo que se sentía bien sexy con su camisa verde a su medida con un par de chichis flácidas que colgaban como si estuvieran deprimidas, una panza que parecía demandar atención y unas lonjas a los lados que sólo coronaban la imagen dispareja y protuberante que es mi cuerpo. Cut out the women body fatNo pude hacer nada más que mirar horrorizado y triste la orografía de mi cuerpo por unos segundos, preguntándome cómo alguien en algún momento podría encontrar eso atractivo. Sé que la belleza interior es lo que cuenta, pero estoy comenzando a creer que es lo que decimos las personas feas.

Al parecer por más que me cuido y por más peso que bajo, siempre tendré una llanta delatora que me recuerde que mi obesidad mórbida fue una triste realidad en mi vida. No me molesta, sólo que no es algo que quisiera estar recordando cada momento de mi vida. También tengo unas estrías industriales que marcan el camino hacia el gran daño que le hice a mi cuerpo en su tiempo.

Lo chistoso es que me siento tan cómodo en mi piel que uso esa ropa aunque a otras personas les llegue a incomodar. Me ha costado mucho trabajo y esfuerzo bajar esos 87 kilos y no volverán a mi cuerpo, sin embargo, siempre hay vestigios de esa inseguridad. Los años y la sociedad me han enseñado que los gordos somos indeseables y que un gordo gay ni chanza tiene de perder la virginidad. Triste pero cierto. Aún recuerdo las miradas de asco cuando salía de antro a mis casi 200 kilos.

Ahora que las miradas han cambiado, de repente me ve un chico guapo y me sonríe y es algo completamente diferente. Sin embargo las miradas que yo mismo me echo ante el espejo se parece más a las que me echaban en los antros cuando llegaba. Puedo ser muy autocrítico de repente y creo que eso daña mi autoestima. Lo trabajo cada día, pero no es fácil deshacerme de las ideas que llevo 30 años guardando.

Afortunadamente tengo algunas personas que me recuerdan que en realidad puedo ser atractivo. Mi pareja siempre me toca y me dice que le encanta todo mi cuerpo, que así como está, incluso me ha llegado a decir que lo delgado no me queda, que ya deje de bajar de peso. Las miradas y sonrisas de las personas en la calle siempre sirven para darle un empujoncito a mi ego en la dirección correcta y cuando me veo al espejo y me gusto yo mismo es lo mejor del mundo.

Curiosamente, a mí la gente pasada de peso se me hace la más atractiva. Debería ser al revés, normalmente la gente gorda como yo repudia a otras personas gordas, pero en mi caso, me vuelven loco. Si no les gustan a otros, mejor, más para mí.

Y ustedes, hermanos, hermanas, ¿alguna vez se han sentido así?   Compartan… si se atreven.

Saludos afectuosos.

Mostro.

Deja una respuesta