
claricelecter@hotmail.com
El pasado tiene un efecto interesante, siempre parece ser mejor que lo que vivimos en el presente. Siempre da la impresión de ser mejor que lo que tenemos ahora y al parecer, siempre nos hace creer que uno era más feliz en esos tiempos. Muchos pensamos en tiempos de antaño con una punzada de nostalgia que nos hace desear poder regresar a tiempos mejores y hasta sentimos un poco de tristeza de no poder transportarnos a esos momentos donde todo era felicidad y sencillez…
Personalmente creo que es una gran mentira esa sensación. MI pasado en sus mejores momentos es un misterio. Tengo recuerdos hermosos que hacen que mi presente tenga sentido, pero también tengo muy presente situaciones y momentos que en realidad no quisiera volver a experimentar. Honestamente no quisiera volver a ser esa persona desesperada, llena de miedos y de coraje, llena de odio por mí mismo y de una homofobia internalizada que carcomía mi alma. No quisiera volver a ver a unas personas que ya no están en mi vida y que me ha costado mucho trabajo superar, ni quisiera volver a sentirme ahogado en mi propia piel.
Definitivamente mi presente es algo que siempre he querido experimentar. Soy la persona que quiero ser y tengo la racionalidad suficiente para disfrutar los pequeños y grandes placeres de la vida sin sentirme culpable de que la sociedad no lo apruebe. Estoy en el momento de mi vida donde no me interesa en lo más mínimo la opinión que la gente tiene de mí y aprovecho para saborear cada momento de mi vida, mi relación, mi amor propio, mi espiritualidad y hasta mis gatos. Tengo lo que siempre he querido: tranquilidad y felicidad.
De hecho, si algo pudiera tener del pasado sería la fiereza que tenía cuando era niño. Era cuando estaba descubriendo que soy raro, que soy diferente a los demás y que tengo algo dentro de mí que es realmente especial. Eran los momentos donde mi creatividad estaba por despertar, donde coleccionaba hojas y plumas sin saber que un día iba a usarlas para escribir y para expresar todo lo que mi corazón siente. No tenía idea de qué iba a ser, solo sabía que iba a ser algo interesante y no me daba miedo.
Era el tiempo antes de que me enseñaran que ser distinto era algo malo, algo indeseable. Era antes de que aprendiera que todo lo que me hace especial ahora eran cosas indeseables y que me traerían mucho dolor y soledad. Antes de aprender que ser único te convertía en un blanco de burlas. Cuando descubrir que tener algún rasgo femenino era deplorable y que por ello tenía que reprimirlo. Era el momento antes de aprender que tenía que actuar como los demás y que tenía que ser uno más de la bola, que tenía que aspirar a ser como el que le “cae bien a todos” para que el mundo me aceptara y me quisiera o definitivamente arriesgaba sentir el rechazo de todos.
En esos tiempos, aventarme de un árbol y caer de rodillas no era nada. Gritar y jugar era la norma y podía hacer y pensar lo que quería porque nada me afectaba, porque el mundo era un lugar mágico que no tenía malas personas. Era un mundo donde mamá Vacci mantenía la magia viva con el hecho de contar cuentos y brincar al final y celebrar la creatividad y la imaginación. Ese espíritu intrépido es lo único que rescataría de esos tiempos.
Lo curioso de todo esto es que ahora vivo esa realidad de nuevo. Con todos los miedos normales de ser un adulto, claro, como preocuparme por pagar las cuentas y tener buena salud, pero ahora, como en ese entonces no temo ser yo mismo. Celebro mis excentricidades y me lanzo al vacío teniendo la fe de que en realidad puedo volar o de perdida confiando en mi capacidad de agarrarme de una rama en el camino.. Total, si me caigo y me pelo las rodillas tendré una buena historia qué contar, ¿por qué no? No me da vergüenza contar cuando azoto como chango viejo, al contrario, le cuento a todos y me muero de la risa mientras lo hago.
Ahora se trata de reír o llorar. Todo se vale menos rendirse. Ya le dediqué demasiado tiempo a pensar en tener miedo. Prefiero vivir y contar historias, prefiero amar intensamente y decir que me aventé a hacerlo, prefiero recordad que di los pasos y que me perdí pero encontré un lugar rico para comer y prefiero escribir y compartir mis ideas aunque a la mayoría ni le interese. Elijo no vivir en el pasado ni preocuparme por lo que aún no está frente a mí, total, llegará cuando llegue y en ese momento escogeré lo que me dé la gana.
Hoy escojo vivir…
Y ustedes hermanos, hermanas, ¿qué opinan? Compartan… si se atreven…
Saludos afectuosos.
Mostro.