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Me dicen que no debería ser tan abierto. Que debo ser más «discretos». Claro, tengo que vivir en las sombras y en la vergüenza, ¿y para qué? ¿por el respeto de la gente? No significa nada para mí, sólo es una palabra…
La sociedad siempre ha dictado las normas de lo que es aceptable y lo que no. En lo que concierne a los roles sexuales, curiosamente siempre ha sido muy rígida. Resulta que un varón se desbarata si agarra una escoba o un trapeador. Peor tantito si lava un traste, es como si se fuera a derretir como la bruja del Mago de Oz gritando “me derrito, me derrito”.
De hecho, hubo ocasiones en que escuché a mis padres decir que lavar los trastes es trabajo de mujeres. Comprendo que tienen sus ideas bien programadas, pero no es como para que me fuera a salir una vagina por lavar un plato. Estoy seguro que de haber sabido que al final de cuentas iba a salir maricón, me hubieran dejado lavarlos en paz.
Es un poco complicado poder enseñarle a la gente a ser uno mismo cuando a uno le enseñan a que tiene que suprimir sus propios impulsos para poder ser aceptado. “Nunca brillarás en sociedad” es lo que dicen a veces para darle a entender que uno no cumple con los requisitos necesarios para parar desapercibido por la gente. Siempre uno resalta por cosas muy positivas o muy negativas. Si eres el que ganó la medalla en el deporte, bueno, si eres el que mató a su vecino, malo. El caso es que siempre te toparás con que la gente hable.
Como una vez que estaba esperando el taxi, yo platicaba muy a gusto con una amiga cuando el checados de me acerca y me dice que no debería actuar tan maricón (con el movimiento de la mano caída para ilustrar su punto). Honestamente no supe qué decirle, sólo me empecé a reír, lo que al parecer le molestó bastante porque se fue renegando solo. El problema es que honestamente no supe qué hacer, no es como que ando midiendo los niveles de maricón que voy a actual en un momento dado, simplemente soy yo. Nunca se me olvidó ese momento porque solo estaba parado esperando el transporte con mi amiga, no estaba gritando, ni bailando, ni contoneándome, simplemente era mi presencia lo que se le hizo ofensivo. Pobrecito.
También han llegado esos comentarios de mis seres queridos. En una ocasión con mi hermanito llegamos por un control para su carro y que se me ocurre abrir la boca. Después mi hermano me comentó que me escuché muy gay. Se notó que le dio pena. Ni modo, no es mi intención causar vergüenzas ajenas, pero al final de cuentas soy quien soy, no puedo evitarlo, y para ser honestos, no quiero tampoco. Me gusta quién soy y cómo soy. Me ha costado mucho dinero y horas de terapia aprender a quererme como para que otros vengan y deshagan todo mi progreso.
Lo que siempre me he preguntado es qué lograría si en realidad me reprimiera y tratara de ser como me piden ser. Si hablara con una voz gruesa y fuera tan discreto en mis andadas que nadie sospecharía que soy homosexual, ¿qué gano, acaso me van a dejar de gritar “jotito” en la calle? Si a veces los insultos vienen de mis propios hermanos LGBT+. He visto que pasa un chico muy afeminado y le gritan “ella” como si fuera algo muy creativo. Me pregunto si el hecho de ser afeminado lo hace más gay que yo. Creo que el nivel es el mismo, solo que su forma de expresarlo es diferente.
Lo curioso de todo es que nos esforzamos tanto en ser como los demás que muy a menudo nos perdemos nosotros mismos. En mi patético intento de ser aceptado me la pasé preparándome en tantas cosas que me pude haber acabado con tantas actividades. Hasta mi escritura al comienzo era una forma de llamar la atención, de ser relevante, de existir en los ojos de aquellas personas que en mi mente creían que yo no era suficiente. Por lo tanto, hacía muchas cosas, quería abarcar todo hasta que descubrí por qué lo hacía: sólo quería que me quisieran.
Sentía que, si un día hacía suficiente, yo sería suficiente porque los impresionaría con mis habilidades. Por eso aprendí tantas cosas, hice tantas cosas, viví tantas cosas. Y al final de cuentas nada les impresionó. Jajaja. En el tiempo presente no me arrepiento de nada porque me ayudó a cumplir mis sueños, pero simplemente enfocados en mí.
Por eso ahora me dedico a ayudar a otros a encontrarse, porque al final del día yo ya me encontré y todo eso ha quedado en mi pasado, ahora me enfoco en mi presente y en el de los demás. Así puedo ayudarlos a encontrar esa ancla que a veces necesitamos.
Entonces, hermanos, hermanas. No enfoquen sus energías en buscar la aceptación en los ojos de otras personas. Busquemos la propia. Recordemos que nuestra opinión es la única que importa cuando se trata de nosotros mismos. Necesitamos sanar de adentro hacia afuera, no depender de otros para que nos curen nuestras heridas, ellos no pueden, no quieren, o simplemente no tienen idea de cómo hacerlo, y tampoco son responsables de nosotros. Yo soy responsable de mí y cada uno de ustedes depende de ustedes.
Nunca olvidemos que nosotros mismos somos nuestro mejor amigo y nuestro peor enemigo. Somos quien mejor debe protegernos y la única persona que nos va a cuidar. Ya si contamos con apoyo de amigos, pareja o espíritus benévolos que nos guíen, mejor aún.
¿Qué dicen, hermanos, hermanas? Compartan… si se atreven…
Saludos afectuosos.
Mostro.