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El concepto de la amistad es algo interesante. Al parecer cada quien tiene una definición muy diferente de lo que es un amigo. Para muchos es esa persona que pasa un rato de borrachera contigo mientras que para otro es quien te da por tu lado en todo sin atreverse a cuestionar tus motivaciones, como una especie de pared viva con la cual puedes compartir tus emociones sin que sea un peligro a tus ideas…
Curiosamente, he notado a través de los años que el concepto de amistad que me han vendido (o mejor dicho que he comprado) es el de la amistad perfecta: dos personas que conectan de manera precisa e inequívoca que nunca entran en desacuerdo. Esa conexión perfecta hace que la unión dure por los siglos de los siglos en perfecta armonía. Buen chiste. Ahora, después de tantas experiencias legré comprender que dos personas nunca va a estar de acuerdo en absolutamente todo, creo que eso mismo es parte de lo interesante, el poder tener dos puntos de vista y poder discutirlos y aprender mutuamente. Honestamente, el modelo sintético de amistad que tenía en mi mente ahora me parece extremadamente aburrido y hollywoodense.
Lo maravilloso de mis amigos es que son totalmente diferentes unos de otros, cada uno le trae una experiencia diferente a mi mundo. Cada cerebro, cada idea compartida, incluso cada desacuerdo le trae un nivel de aprendizaje y cultura nueva a mis esquemas mentales que hacen que yo me sienta más interesante. Si todos fuéramos iguales, no tendríamos nada de qué platicar, por lo tanto, sería muy tedioso, como cuando tratas de sacarle plática a alguien que es obvio que no quiere conversar contigo.
Amigos de fiesta no tengo. En realidad soy una persona hogareña. Conozco a mucha gente que se la pasa de fiesta y de antro y me encanta que les agrade eso, pero en verdad no es lo mío. Si me dan a escoger entre estar tomando en un antro rodeado de extraños y pasar una velada platicando y tomando café con alguien que me parece mega interesante, siempre ganará la segunda opción. Algo que mucha gente parece no comprender es que cuando se acaba la cerveza, el dinero, la comida o la mota, esos amigos de antro desaparecen de tu lado y los podrás encontrar junto al que sí tiene para pagarles la fiesta. Triste pero cierto. Y no es que yo los critique, ya que cuando estoy con ellos disfruto mucho el momento, pero no quiere decir que los considero mis amigos, sino que solo son un buen rato de compañía.
Y esos “amigos” que van cambiando dependiendo de lo que necesitan de ti tampoco los considero como tal. Cuando tengo algo útil para ellos siempre tienden a aparecer, ya sea un favor, un consejo, dinero para prestarles o una “consulta” que quieren que no están dispuestos a pagarle a alguien para hacer. Lo que siempre los delata es que cuando yo necesito algo, puedo ver las bolas de espinas rodar solas por la calle.
Mis amigos son otro nivel. Son gente rara, sí, porque salen de la norma. Son la combinación perfecta de cariño, sarcasmo, insultos, risa escandalosa y la habilidad de poner mis pies en la tierra cuando mi cabeza se infla y empiezo a flotar en la ilusión de grandeza que pueda llegar a tener. Son quienes me abrazan cuando tengo miedo, a quienes les confío mi vida y sobre todo, quienes no dudan en decirme lo idiota que soy cuando estoy actuando como niño malcriado. Quien tiene el valor de decirme las cosas en la cara siempre va a tener mi respeto, ya que se arriesga a que le de un trancazo, aunque sé que la gente a la que le importo siempre me va a confrontar con lo que necesito escuchar porque quieren que sea mejor persona, no por hacerme menos.
El amigo con el que soñé toda mi vida era perfecto. Me aceptaba tal y como soy y me ayudaba a no sentirme solo. Los amigos que encontré en mi camino son lo más alejado de la perfección que puede existir. Soy almas raras como la mía, personas rotas a su manera, gente creativa que utiliza su dolor para crear algo bello y poderoso y sobre todo, son esas personas que por ser tan únicas, conectan su alma conmigo y me ayudan a no sentirme solo. Son aquellas que me dicen “NO” vehementemente cuando sienten que no tengo la razón y me dicen que ya deje de estar de mula cuando ando haciendo berrinche. Esas personas que tienden a detestar a quienes me lastiman y que me hacen ver cuando estoy exagerando o reaccionando de forma equivocada. Para mí eso es lo que los hace perfectos: su alma única y gran corazón, su valor y pasión por experimentar la vida.
Amo la forma en la que me miran como si yo fuera la criatura más interesante en vez de un rarito. La manera en que entienden mi humor irreverente y me pueden decir abiertamente que no les interesa leer lo que escribo sin que sientan miedo de herir mis sentimientos. La forma que no necesitan decir nada para comprender su lealtad y el poder de su presencia en mi mundo. Y sobre todo adoro la forma que puedo contarles cualquier cosa sin sentir miedo de qué van a pensar o si me van a rechazar porque ellos comparten esas cosas conmigo también y así es como conectamos. La oscuridad nos une.
Siempre los busqué y afortunadamente, me topé con ellos, solo que no podía verlos hasta que empecé a ver mi propio valor. Cuando dejé de idealizar lo que es un amigo, logré comprender que era posible tenerlos y mantenerlos a mi lado. También me he topado con las situaciones donde he confiado en la persona equivocada, pero eso ya es otra historia.
Y no los nombro porque simplemente no necesitan ver su nombre en una lista, las persona que amo lo saben porque soy muy enfadoso y los abrazo y beso en cada oportunidad. Se los digo constantemente, porque si muero mañana, sabré que están enterados de lo que significan para mí. Ustedes saben quienes son. Si no estás seguro, no eres parte de mi lista. Mi segunda familia yo la escogí, y me encanta las elecciones que he hecho.
Gracias por nadar conmigo en la oscuridad y por tener el valor de explorar conmigo los laberintos de mi mente.
Y ustedes hermanos, hermanas, ¿tienen a esas personas especiales en su vida? Compartan… si se atreven…
Saludos afectuosos.
Mostro.