¿Disciplina o abuso?

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#MostroVacci

Recuerdo que hace un tiempo la gente era diferente. Teníamos que actuar con educación. Se decía con permiso, buenos días, por favor y gracias. Si mirabas que venía una persona anciana te quitabas para que pasara. Era un tiempo más sencillo porque se sentía un orden que en tiempos modernos se ve tan ausente que casi se siente físicamente.

Me siento anciano hablando de los buenos tiempos, pero es una verdad que cada vez me cuesta trabajo ignorar. Veo por las calles a los niños gritándoles a sus papás que se callen, ¡y el niño sobrevive! Es sorprendente porque en mis tiempos, si yo le gritaba eso a mi madre, me hubiera caído un torbellino de golpes que me hubiera dejado sin ganas de repetir semejante momento de loquera temporal. Si te faltaba el criterio para no cruzarte en el camino equivocado de tu madre, ellas se encargaban de encaminarte con lo que tuvieran a la mano.

Hoy en día escuchamos la cantaleta de que no les pegues a tus hijos, que los traumas. Ahora hay que hablarles bonito y decirles cuchi cuchi y preciosura para que no crezcan con resentimientos y recuerdos atormentados de su niñez. Ahora a cualquier tipo de castigo o conducta que no nos gusta le llamamos “bullying”, incluso hasta mis alumnos me dicen que les hago bullying cuando les pido un trabajo limpio y presentable, y no lo dicen de broma. Me comentan que debería ser suficiente con el hecho de que me entregaron algo, que debería conformarme (puntos suspensivos).

Ayer me tocó ver el mejor ejemplo de la eterna falta de disciplina de los padres. Estaba en una serie de filas eternas que el gobierno me exige para rogarles por un papeleo cuando pasa un niño corriendo sin supervisión y se estrella con una anciana, la madre lo ve y no dice nada. Al rato pasa de nuevo corriendo y le tumba el bastón a la misma mujer, a lo que se le acerca la madre del niño (la cual ha estado viendo a su retoño correr, gritar, aventar cosas golpeando a las personas incluyendo a la misma viejita sin decir nada) con una cara de molestia, se le pone enfrente a la anciana con una mirada acusadora y muy molesta, la ve de abajo hacia arriba y se lleva a su niño. Yo pensaba que la iba a golpear. La anciana se miraba a punto de llorar.

Es el colmo de la grosería tener que estar aguantando a chicos desastrosos y groseros, pero es más allá de molesto ver que los padres son peor. Ven que sus hijos andan armando un caos y no pueden ser molestados, claro, el face es más importante. Ver la vida ajena es de más alta prioridad que asegurarse que sus macabros y y desagradables hijos no estén matando gente o causando fuegos sólo porque están aburridos.

No es porque yo esté en contra de los niños. Al contrario, la risa de un niño alegre se me hace lo más hermoso del mundo. El sonido de los niños jugando es musical para mis oídos. Pero una cosa es el juego y otra el vandalismo. Comprendo que jugando se pueden dar accidentes o tropezones con la gente porque en realidad los niños no se fijan, pero el estar en un lugar público y dejar que tus hijos hagan lo que quieran y lastimen a quien quieran, eso sí es imperdonable.

Conozco a una persona. Cercana, digamos. Es el clásico ejemplo de una madre que se desentiende de los hijos con tal de platicar. En una ocasión, mientras ella estaba de visita en mi casa, se metió a platicar a la cocina mientras sus hijos jugaban en el patio. En el transcurso del juego uno de los niños se lastimó, a lo que sale la madre en respuesta a los llantos y me grita que por qué fregados no estoy cuidando a los niños. Mi respuesta fue que no son mis hijos, por lo tanto no tengo por qué estar cuidándolos. Digo, yo con gusto los vigilo, pero de perdida que me lo pida, no que asuma que son mi responsabilidad porque ella no quiere hacerlo para poder platicar. No se me hace justo que tenga tantos malditos hijos si ni caso les va a hacer. Yo por eso no los tuve, para ser libre.

Tampoco estoy a favor de que los estén golpeando a cada paso. Hay diferencia entre disciplinar a tus hijos y abusar de ellos. He visto padres que por cada paso que dan, les pegan. A veces hasta el descaro tienen de llamarles “golpes preventivos” ya que no han hecho nada.

Me imagino que ser padre ha de ser difícil, y digo me imagino porque no lo comprendo. Eso es algo que se entiende hasta que se experimenta y es una experiencia que nunca viviré. El terror que tengo de transmitirle todo el veneno que implantaron en mí a mis hijos es tan grande que ni siquiera puedo considerar la idea de reproducirme o adoptar. No puedo tomar el riesgo ni por un segundo. No quiero ni imaginarme las consecuencias si resulta que soy esa mala persona que siempre me han dicho que soy. Mejor dejo el mundo así como está. Punto.

Lo que siempre me he preguntado es, ¿dónde se pierde la línea entre disciplina y abuso? Yo siempre he creído de que no es necesario estarles pegando a tus hijos, siempre y cuando ellos sepan que eres capaz de hacerlo, lo que requiere unas buenas nalgadas de vez en cuando. En fin, lo único que conozco es a través de mis alumnos y esa es una experiencia muy limitada en mi opinión.

¿Y ustedes qué piensan, hermanos, hermanas? Compartan… si se atreven.

Saludos afectuosos.

Mostro.

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