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El orgullo se define como un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás. Claro, hay diferentes connotaciones, tanto positivas como negativas. Sin embargo, del que estamos hablando ahorita no es el positivo.
Resulta que, como personas, nos cuesta mucho trabajo pedir ayuda. Al parecer nuestra existencia misma depende de nuestra habilidad para resolver los problemas por nosotros mismos, claro, es algo que necesitamos como especie para sobrevivir, pero hasta los animales se apoyan entre ellos mismos para lograr los propósitos deseados.
Conocí hace unos años a una señora, muy linda ella. Un día le dio un “dolorcito” en el abdomen. Por más que le insistían sus hijos que fuera al doctor, la mujer decía que ya se le pasaría. Los días avanzaban y el dolor sólo se intensificaba. Cuando ella sintió que se iba a desmayar del dolor, decidió no avisarle a nadie y se subió el transporte público para ir al seguro, ya estando ahí le dijeron que tenía una peritonitis y a los días la señora había fallecido. Si hubiera ido un día antes, se podía haber salvado.
En el caso de mi mejor amigo, tenía dolores de cabeza muy fuertes, los cuales fue tratando con pastillas durante unas semanas. Nunca hizo caso. Hasta que su dolor se hizo más severo es cuando ya se dejó que un médico lo viera, lo cual ya era demasiado tarde porque la meningitis bacteriana que traía estaba muy avanzada. A los cinco días ya nos había dejado. Todo por no irse a revisar cuando estaba a tiempo.
Si en esas situaciones, donde hay una clara indicación de que algo no está funcionando bien en el cuerpo la gente no quiere ir a revisarse por flojera, por pudor, o peor aún por miedo a descubrir que tienen algo grave, ¿qué esperanzas hay de que se vayan a pedir ayuda a un psicólogo o a un psiquiatra cuando las señales no son tan claras como un dolor físico intenso?
Es el problema que tenemos muchas personas, que nos creemos invencibles. Creemos que si ignoramos las cosas se van a ir. Como los acosadores, dicen muchos que no les hagas caso y que se enfadarán y se irán. No es el caso. A veces por ignorarlos se hacen más enfadosos, incluso escalan a la violencia con tal de llamar la atención. Hay veces que uno ocupa patear un trasero para resolver la situación. En el caso de las enfermedades es especialmente crucial.
He notado que cuando uno no anda al cien con sus emociones, o que está pasando por un momento difícil, lo que hace es que se esconde, hace como que no pasa nada, incluso hasta se justifica, no vayan a descubrir que uno es un ser humano. Uno se va a su rincón a llorar en privado y pone su sonrisa Colgate cuando sale en público, eso es bueno para sobrevivir, pero a veces las emociones son demasiadas y se estancan dentro de nosotros, es cuando uno debe buscar ayuda, de preferencia con un profesional.
Lamentablemente el estigma de ir con un psicólogo sigue. Veo que hay estigmas para todo en nuestra sociedad. Hasta para ir al baño los hay, ¡qué flojera! Resulta que alguien se sentó a decidir que tal o cual cosa es mala, que ir al médico es malo, significa que estás enfermo, que ir al psicólogo es malo, significa que estás loco, que comprar condones es malo porque quiere decir que eres promiscuo, que ser abierto con tu sexualidad es malo porque fomentas el libertinaje, ¿en realidad no hay nada mejor qué hacer con tu vida que estar pensando qué estupidez va con cada cosa? Hay que tener un poco de vida. Y lo más chistoso de todo es que la gente que conozco que es así, tiene un lado oculto bien oscuro y tienden a ser las personas más hipócritas. Checa tu maquillaje antes de criticar el mío, por favor.
Por eso la gente luego se esconde. Porque nos enseñan que es importante lo que la gente piense de nosotros. En mi caso, me importa un comino lo que piense la gente de mí, como dice Rupaul: si no te pagan las cuentas, no les hagas caso. Se me hace chistoso cómo mucha gente basa su vida en lo que dirá la gente, no parecen comprender que la gente dice lo que le da la gana, trates o no trates de parecer buena persona. Esa idea de que tus vecinos tengan un buen concepto de ti me aburre. Yo soy yo, no me meto con nadie, pero no ando tratando de impresionar a la gente que me rodea. Al diablo con eso.
Quizá por eso tienen un concepto tan negativo de mí, aunque al final de cuentas son un joto, así que no pueden ver otra cosa. Ansorriforyu. Ya si es lo único que ves en mí es quien me atrae, no es algo que yo pueda controlar. Al final de cuentas me pinto sólo. Pero si necesito ayuda no lo dudo y la pido, claro, me arriesgo a que me digan que no, pero en esos casos siempre me acerco a otra persona que sí pueda y quiera hacerlo. La vida es mucho más sencilla de lo que la hace la gente. Las cosas se dan o no se dan.
El caso es que por más fregones que seamos, no dejamos de ser humanos, necesitamos ayuda de vez en cuando, hasta en cosas muy sencillas. No tiene por qué darnos vergüenza admitir que tenemos limitantes y que ocupamos que nos echen la mano. Claro, es diferente pedir ayuda y esperar que la gente siempre ande resolviendo nuestros problemas, no hay que confundirlos porque luego resulta que la gente se quiere pasar de humana y no mover un dedo porque tienen gente que les hace todo. Me he topado con dos o tres personas así y la verdad es molesto. Ahí me disculparán los descalabrados…
Entonces, hermanos, hermanas, si nos sentimos mal, vayamos al doctor, si nos sentimos perdidos o agobiados, vayamos al psicólogo, si queremos platicar, busquemos a nuestros amigos, que son los hermanos que nosotros mismos hemos escogido, ya si no encuentran alguien, aquí tienen a un Mostro que con gusto los escuchará. Entre hermanos hay que protegernos, ya que el enemigo está allá afuera, no aquí entre nosotros en la comunidad.
Hagamos sonar nuestras voces en solidaridad y hagamos que el mundo tiemble con nuestra presencia y nuestra hermandad. Y ustedes, hermanos, hermanas, ¿qué piensan? Compartan… si se atreven.
Saludos afectuosos.
Mostro.