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Las personas generalmente sentimos la necesidad de juntarnos con gente afín a nosotros, nuestros gustos, nuestras costumbres, ideas y creencias. Incluso a veces aunque sea para odiar a las mismas personas. Somo seres sociales que buscamos la forma de pertenecer a un grupito de gente, una clica que hace que nuestro tiempo en este mundo sea más ameno. Buscamos siempre con quien compartir nuestros sueños, nuestras ideas, nuestros miedos y con quien tener nuevas aventuras para agregarlas a las viejas que contamos en las reuniones…
Para algunos, los amigos son el tesoro más preciado. Los cuidamos como el oro y tratamos de nutrir esas relaciones, buscando siempre estar al tanto de lo que hay de nuevo en sus vidas, en cómo están, sus logros, sus tristezas, si se enferman, todo nos importa porque son esos seres que nosotros traemos a nuestros círculos de confianza, cosa que a muchos (como yo) nos cuesta mucho trabajo hacer. No cualquiera es digno de nuestra lealtad.
El otro día, mi chico me hizo una observación interesante. Me dijo que todos mis amigos son de esos que tienen mucho tiempo conmigo. Y en la mayoría de los casos es cierto. Una vez que te ganas mi cariño es muy difícil que yo te suelte. Cuido mis amistades porque tienen un gran valor en mi mundo. Son la familia que yo elegí. Claro, hay nuevas adiciones de vez en cuando, pero la gente que más adoro generalmente tiene potencial de longevidad.
Por lo tanto, hay algo que me llama la atención: la gente que no tiene amigos. No me refiero a aquellos que son diferentes y que les cuesta encontrar a gente afín, les aseguro que hasta la persona más rara (como yo) tiene a su gente que les acepta y les da todo el amor que necesitan. No. Me refiero a esas personas que constantemente se ven rodeadas de soledad. Siempre me he preguntado a qué se debe eso.
Como hay una señora que conocí, muy buena onda en la superficie: generosa, alegre, etc. Te ofrece todo, hasta su casa con tal de tenerte como amigo. Sin embargo, hay un desfile de personas que entran y salen de su vida, (siendo yo uno de ellos que salió corriendo) que me hacen cuestionar las razones por las que nadie se quiere quedar. Resulta que la mujer es metiche, chismosa porque todo lo repite, intrigosa, mentirosa y al final de cuentas, venenosa, porque una vez que descubre que ya no quieren ser sus amigos, se la pasa hablando mal de la gente. Que solo la usan, que nomás se fueron a comer su comida, que son unos convenencieros, que esto y que lo otro.
Y sí, comprendo que hay gente que usa a otros para sacar provecho, eso siempre hay, pero no todos pueden ser iguales. No todo el mundo hace lo mismo ni piensa igual. Ni me puedo imaginar qué ha de decir la mujer de mí, que desaparecí tan rápido de su vida que ni cuenta se dio hasta que iba bien lejos. Igual me tiene sin cuidado, porque no le hice nada, pero honestamente, la gente así me aterra, quién sabe en qué tipo de problemas te meta con sus intrigas y chismes baratos. Hasta hay personas que la conocemos como “Radio Pasillo” de que todo lo ajeno lo anuncia.
Hace un tiempo también escribí de un tipo que se hizo pasar por mi amigo hasta que ya no le serví, resulta que para ese entonces ya casi ni me conocía y se la pasaba hablando mal de mí con todo el que le hacía caso, estuvo chistoso. Hasta la fecha sé que me menciona porque tenemos conocidos en común y resulta que salgo a relucir en las conversaciones cuando yo ni en el mapa lo hago, pero bueno, como dice el maricón: ¡Ay tú!
Cuando uno se encuentra con que la gente lo evade como si fuera la peste negra, siempre es recomendable preguntarse por qué. No todos pueden ser unos idiotas porque el común denominador de todas esas personas eres tú. Siempre va a haber gente a la que no le agradas, eso es obvio. Raza venenosa sobra, pero el hecho de que no logras que una persona se quede en tu vida habla volúmenes del tipo de persona que eres tú.
Y no se vale contar a los que se te unen cuando tienes cerveza ni a los que sobornas con dinero ni regalos, no. Esos en cuanto se te acabe el dinero y los lujos van a desaparecer. Esos son los peores de todos, porque te hacen sentir importante hasta que terminan de exprimirte, entonces encuentran a otro que tiene lo que buscan y salen volando como las hojas en el viento. Y te dejan con tu miserable soledad a lidiar contigo mismo. Pero eso sí, cuando hay de nuevo vacas gordas, vuelven a aparecer muy contentos, fingiendo como siempre que tienes algún valor aparte de la satisfacción de sus necesidades.
Piénsalo: ¿tienes amigos? ¿eres valioso para alguien? Si eres un buen ser humano lo más probable es que sí, porque un corazón bello siempre encuentra similares. Si la respuesta es no, quizá es el momento de reflexionar la razón y ver si las decisiones que estás tomando en realidad te hacen feliz. No es una crítica a como vives, pero si nuestro estilo de vida no nos trae alegría, ¿a qué estamos jugando?
Un ser humano se puede medir por la gente que forma parte de su vida. En mi caso, soy afortunado, los diamantes se opacan a un lado de mis amigos.
Gracias por amar mi rareza…
Saludos afectuosos.
Un Mostro afortunado.
Siempre habrá en nuestro entorno personas que nomás buscan el interés personal. Lo más sano es no tenerlas son tóxicas en nuestras vidas.
«» Cuánto tienes, cuánto vales, nada tienes nada vales»»
Ooorale! Muy buena reflexión, Blanca. Gracias.
Abrazps.
Mostro.