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OK, Me odias. Mensaje recibido. Definitivamente no es posible ganarse el amor del mundo entero, sobre todo cuando no quepo dentro de la pequeña caja cuadrada donde el mundo me dice que debo caber. Comprendo que ser diferente me hace más visible, y por lo tanto, más susceptible a los ataques de esas personas que, espantadas por el concepto de algo que no comprenden, sienten la necesidad automática de destruirlo. En realidad esos pensamientos hablan más de tu naturaleza que de la mía, ya que queda claro que yo soy raro, pero tus impulsos son destructivos…
Es normal temerle a lo que no entendemos. Es parte de la naturaleza humana. Igual hasta lo vemos en las películas: cuando sale un extraterrestre o una criatura desconocida, lo primero que hacen los humanos “racionales” es atacar y tratar de neutralizar la amenaza, aunque en realidad no quede claro que las motivaciones de la criatura sean necesariamente hostiles, pero como no sabemos cómo va a reaccionar, es mejor matarlo para estudiarlo. Al parecer es lo mismo que pasa con el resto de la gente. Ven algo que no comprenden y lo erradican para que no vaya a contaminar su forma de vivir.
Lo veo a mi alrededor todo el tiempo. Gente que me observa como bicho raro por el hecho de ser gay. Incluso hasta las personas más “tolerantes” y “abiertas” tienden a hacerlo, seguido casi siempre de un discurso de cómo toleran mi estilo de vida. Digo, está bonita la intención de sus palabras, pero en realidad no necesito su aprobación para vivir, sentir y amar a quien me dé la gana. Y así como yo no opino que su forma de vivir no me gusta, tengo que guardarme mis opiniones al respecto porque si yo les diera mi autorización para tener una pareja heterosexual estoy seguro que se reirían de mí porque no necesitan mi permiso, ¿entonces por qué necesito yo el suyo? Es realmente absurdo si lo piensan.
Pero, ¿cuál es la mejor manera de manejar el odio? Porque eso lo veo constantemente en todos lados. Cuando voy en el transporte y mis piernas no caben en el micro-asiento porque los ponen tan juntos que tengo que ir sentado casi de lado y a alguien se le hace inconveniente que mis piernas estorben su camio. Cuando voy caminando con mi pareja por la calle y a alguien no le parece correcto (y eso que ni nos gusta andar de la mano), pero solo el hecho de existir les ofende y les crea la incontrolable necesitad de hacer un comentario al respecto. Cuando reportan mi página en Facebook como ofensiva para que me bloqueén y la gente no pueda accesar mi página y un sinfín de etcéteras que puedo durar horas enlistando, ¿es mejor confrontarlo, combatirlo con más odio, tratar de platicarlo o tomarlo a pecho y sentirme como la escoria que ellos dicen que soy?
Más bien la pregunta sería cómo lo manejo yo. En realidad mi estrategia es sencilla. Nada combate más poderosamente el odio como la indiferencia. Cuando alguien me ataca, esa persona no merece mi tiempo. Para ser honestos, si tienes tanto tiempo para observar lo que hago, tener un montón de sentimientos negativos al respecto, pensar en cómo llegar a lastimarme con tus comentarios y en realidad tomar el tiempo para externar tus opiniones, con la triste y patética esperanza de que lleguen hasta las fibras más sensibles de mi ser, lamento decirlte que has perdido un tiempomiu valioso que podrías haber estado dedicando a encontrar algo bello en ti, algo positivo. Podrías haberle dedicado todos esos momentos e inteligencia en darle algo de provecho al mundo, en vez de estar pensando cómo causar daño a alguien como yo. Esa energía bien canalizada podría hacer una gran diferencia en el mundo, si es que decides aprovecharla en algo bueno.
Porque yo antes le dedicaba mi vida a preguntarme por qué no me quieren, por qué soy tan tato, por qué no puedo ser como ellos quisieran que fuera, por qué no soy más bello, por qué no tengo tantos amigos, por qué no tengo voz ronca, por qué soy tan odioso, por qué me siento tan solo, por qué soy gay, por qué tengo un lunar en la cadera, por qué, por qué, por qué… hasta flojera me da recordar lo que poblaba mi mente en ese tiempo. Tanto peso en mi pecho era muy doloroso. Y pensar que la respuesta es tan sencilla, que cuando lo comprendí hasta tonto me sentí y ahora me río un poco de mi propia ingenuidad: la única opinión que importa es la mía. En lo que a mí respecta solo mando yo y nadie más y no tengo qué cumplir las expectativas de nadie, solo tengo que asegurarme de ser una buena persona y el resto del mundo que lidie con sus propias cosas y sentimientos al respecto. Así de sencillo.
Con los años descubrí que el veneno que me lanzan en realidad no me afecta al menos que yo le dé el poder de hacerlo. Y como en verdad no me interesa absorber venenos y amarguras ajenas, simplemente no lo hago. Creo que ya he combatido suficiente en mi vida con mi propia negatividad como para andar cargando con la ajena. Me han preguntado que si es por miedo que soy tan indiferente, pero para ser honesto, me da flojera perder el tiempo con cosas que ni me incumben. Porque tidi eso corroe el alma como si de un ácido se tratara. Corrompe lo bueno que hay y deshace el autoestima porque se crean inseguridades que van martillando contra el amor propio, si le das el poder, claro.
Por eso manejo el odio de esa manera: no le doy mi tiempo. Si existe, que exista. No me importa. Quien me lastima se aleja de mi vida y quien me ama forma parte de ella. Ya le lloré muchos años a lo muerto y a lo imposible, ahora mi vida se dedica al potencial y a las posibilidades. Si me rechazan, no me deprimo, simplemente acepto que no era para mí y la vida continúa. Al final de cuentas, si no me hubieran rechazado todos esos chicos en mi pasado, ahorita no podría ver los ojos de mi pareja y sentir el amor que me tiene y el que me cause. Supongo que por algo pasan las cosas.
No es mi intención ser el ejemplo de nadie. Solo trato de vivir mi realidad de la forma más agradable que es posible. Viendo lo bueno que tiene el mundo para ofrecer y luchando contra esas cosas que no me gustan. De que hay momentos malos, los hay, tampoco se trata de vivir en una fantasía donde nada negativo sucede. Pero no por eso va a perder fuerza mi idea utópica de un mejor mundo, de un lugar donde pueda ir a un antro con mis hermanos y mis hermanas y que sus ojos no se volteén con desdén porque no soy perfecto como ellos se sienten. Que sus miradas dejen de ser de desaprobación y de acto y que reflejen tolerancia. Está bien, no todos vamos a ser amigos, pero al menos podemos ser educados.
Y si eres una de esas personas que he conocido que solo tiene cosas malas qué decir de otros, mi pregunta es para ti: ¿qué pinsas ganar con hacer menos a otros? ¿En realidad tu existencia es tan vacía que necesitas pisotear a otros para sentirte mejor? Honestamente no te juzgo, te lo pregunto con todo el respeto con la intención de comprender por qué haces eso. He visto, creo que demasiadas veces a gente que lo único que hace es criticar a otros. Hay personas que nunca tienen nada positivo qué decir. Al parecer su nivel de perfección es tan alto que casi suena inalcanzable, pero no estoy seguro que quisiera llegar a ese nivel si me voy a convertir en una persona tan repugnante. Mejor así, imperfecto pero abierto a conocer a gente nueva y poder platicar de cualquier tema sin que sea prohibido o controversial porque así podré aprender muchas cosas más.
Y ustedes hermanos, hermanas, ¿qué opinan? Compartan… si se atreven…
Saludos afectuosos.
Mostro.