Quiero que las cosas cambien… pero que otros lo hagan…

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#MostroVacci

Muchas veces estamos inconformes con lo que sucede a nuestro alrededor. Es normal y muchas veces deseable no quedarse callado cuando algo hace falta en nuestra vida, ya que ésta cambia constantemente y el mundo siempre le hace segunda. Eso puede ser confuso para algunas personas, lo que me llama la atención es la forma en la que reaccionamos a dicha variedad.

Constantemente vemos cambios a nuestro alrededor que nos agarran por sorpresa. Lo que separa a la gente es la habilidad de adaptarse al cambio y aprender de él. Es la ley del más fuerte, el que tiene más saliva traga más pinole, como dirían nuestras madres y abuelas. Al final de cuentas, no se trata de decir que eres la persona más fregona, sino serlo.

El cambio es inevitable. Eso y la muerte son cosas seguras. He escuchado mucho (incluso de mis propios labios) que quisiera que las cosas fueran como antes. Definitivamente a veces parece que en otros tiempos las cosas eran más sencillas y felices cuando en realidad no lo eran necesariamente. Si me pongo a pensar en querer estar como a los 20 años, en ese entonces pesaba casi 200 kilos, aún no salía del clóset y mis pensamientos eran principalmente negativos y autodestructivos. No gracias.

Y al final de cuentas, muchos queremos que las cosas sean diferentes, se vale, pero no estamos dispuestos a hacer nada para que cambien. Personalmente me suena a una contradicción en términos. Si no quieres tener sobrepeso y tener el cuerpazo de aquel tipo, pues ponte a hacer los ejercicios y las dietas que él está haciendo. Haz esos sacrificios y paga lo mismo para obtener los resultados (que te aseguro que no serán los mismos porque cada cuerpo es diferente), en vez de estarle echando miradas feas y hablando mal de él.

Como comunidad, a veces queremos el cambio, pero lo queremos salido de una varita mágica. Soñamos con una sociedad que nos comprenda y nos respete, pero no tomamos la iniciativa de educar y sobre todo, respetar, incluso entre nosotros mismos, ¿cuántas veces no he visto que pasa un chico amanerado frente a nosotros y hacemos un comentario, nos reímos o decimos “ellaaaaaa”? Diría uno que es broma, que no es para tomarse tan en serio las cosas y que los mexicanos usamos el humor para enfrentar cualquier situación, pero el chico en cuestión no generalmente no bromea con nosotros. No es parte del relajo y la diversión cuando la otra persona es ofendida. Eso es una falta de respeto. Y luego decimos que si no quiere que le digamos nada, no debería vestirse así, ¿acaso no tiene derecho de expresar su individualidad como se le dé la gana? Y luego, para cerrar con broche de oro, cuando nos faltan al respeto a nosotros nos ofendemos, nos quejamos y lloriqueamos, cuando muchas veces ni siquiera nos respetamos entre nosotros mismos.

No podemos organizar una serie de conferencias sobre tolerancia cuando nosotros mismos no lo practicamos. De nada sirve hablar durante una hora sobre la limpieza y las buenas costumbres sanitarias cuando ni siquiera te dignas a levantar una basura del piso. Cansado estoy de ver esos programas para curar la homosexualidad con los testimonios de gente que ya se ha curado. Honestamente, en las fotos se ven super gay. Está bien, yo respeto si decides cambiar tu estilo de vida y hacer una familia, pero no por eso tienes derecho a sermonearme de que tú ya estás salvado y que yo voy al infierno, porque al final de cuentas, tu corazón, tus pensamientos y tus deseos son los mismos que los míos. Creo que es más genuino el amor y el respeto que la hipocresía y la doble moral.

Quizá es momento de traerle algo de energía positiva al mundo, hermanas, hermanos. Es ahora cuando más se necesita. Si queremos que nuestra vida cambie y mejore, no va a pasar si no damos el primer paso. No va a venir el hada de la felicidad a plantarla en nuestros corazones. No. Esas son semillas que nosotros mismos debemos sembrar, cuidar y sobre todo, cosechar. El cambio viene de adentro hacia afuera, no de dientes para afuera. Podemos decir lo que sea, pero las palabras son baratas. Los tacos de lengua están a tres por peso. Son las acciones las que en realidad hablan y describen el tipo de personas que somos, ¿de qué te sirve tener un nombramiento algo en la iglesia si tu corazón está negro y lleno de odio?

Si queremos que las cosas cambien, hay que empezar a cambiarlas, no podemos esperar a que otros lo hagan. Seamos proactivos y dejemos de quejarnos de que las cosas no son como las queremos, porque muchas veces, esos cambios están en nuestras manos. Si no te gusta algo, cámbialo. Expresemos lo que sentimos, no necesitamos hacer menos a nadie para hacerlo. Seamos genuinos y dejemos de atacarnos entre nosotros mismos. Será la unión la que hace la fuerza, no la habilidad que tenemos para pretender estar juntos para luego traicionarnos entre nosotros solo para sacar ventaja. Eso es patético y solo sirve para solidificar la idea de que no somos seres de confianza.

Si cambias tú, el mundo a tu alrededor cambia contigo, o quizá sea el mismo mundo, pero la forma en que lo miras es diferente y eso hace que tu vida te guste más. A veces no es tener lo que quieres, sino querer lo que tienes. Piénsalo.

Para ganar la lotería, es necesario comprar un boleto…

Y ustedes hermanos, hermanas, ¿qué ooinan? Compartan… si se atreven…

Saludos afectuosos.

Mostro.

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