“No me llegaste…”

claricelecter@hotmail.com

#MostroVacci


Cuando conoces a alguien y te llama la atención es sabido que uno pone su mejor cara. Se presenta de una manera que sus mejores atributos son resaltados y se hacen una serie de acciones parecidas a una extraña danza humana como la que hacen las abejas para poder encontrar una pareja. Al parecer es casi protocolario hacer ciertas cosas para que podamos llamar la atención de la otra persona y que quiera estar con nosotros.

El problema es que una vez que se enganchan el uno al otro sale el resto de nuestro carácter, incluyendo esas cosas que no son tan buenas como los celos, lo neurótico que uno puede ser, lo terco, lo competitivo, lo inseguro o lo controlador. Digo, no es en todos los casos, es en realidad algo muy individual, pero definitivamente llega un momento donde sale el cobre y generalmente es donde la relación se vuelve algo horrible y pesado.

En mi caso, hace unos años, mientras disfrutaba mi soltería y trataba de ver si me animaba a conocer a alguien para dejarle entrar en mi vida, conocí a un chico que me encantó… al comienzo. Era lindo, considerado, cariñoso, detallista y al parecer tenía buen corazón. Salimos varias veces y me encantaba que era algo excéntrico, pero sobre todo, que podíamos platicar de cualquier cosa. Incluso empezamos a ser exclusivos y llegó al punto donde me presentó con sus amigos, cosa que dijo que era algo nuevo, porque nunca le habían conocido a nadie, lo cual se me hizo un gran detalle. Incluso a los amigos les caí tan bien que unas semanas después se juntaron para celebrar mi cumpleaños. Había sido todo un éxito.

Pero había algo que me llamaba la atención: El tipo se había convertido en un patán. Y era en mayúscula. Se la pasaba haciendo comentarios odiosos, le encantaba pelear y hacerme enojar a cada momento y sobre todo, me daba la impresión de que nada de lo que se trataba de mí le complacía, todo le molestaba. Incluso una vez me dijo que los hielos de mi vaso hacían mucho ruido en el cine mientras que uno de sus amigos se la pasó toda la película gritando a la pantalla sin importarle a quién molestaba.

De estar pasando unas tardes agradables en un café, caminando durante horas y platicando agradablemente, nuestras interacciones se convirtieron en críticas constantes y peleas amargas que me hacían cuestionarme qué estaba haciendo mal para molestarle tanto. Digo, éste es el tipo que me dijo que no lo enamorara porque él era la persona más dulce. Al parecer, en vez de despertar su cariño el hombre simplemente parecía odiarme. No entendía qué había traído ese cambio tan drástico. Me sentía fatal.

Una noche, hablando por teléfono, llegué a mi límite y le pregunté qué era lo que le molestaba tanto de mí, ya que parecía estar en constante disgusto con mi existencia, si me había dicho que era el hombre más empalagoso cuando se enamoraba. Su respuesta fue clara y sencilla: “No me llegaste”. PUM, se cerró el libro. Me caló hasta el alma, pero comprendí que habíamos llegado al tipe de nuestra interacción. Agradecí el tiempo que pasamos y terminé la llamada. Al siguiente día en el trabajo me mandó mensaje, que si podíamos platicar más tarde, a lo que le dí un rotundo no y dí por finalizado nuestro tiempo. Claro que me dijo que soy un inmaduro y que pensó que ya lo había superado, pero la verdad que ese tipo de manipulación de a centavo no funciona conmigo, así que agarré mi dignidad y me retiré antes de perder más tiempo. Al fin había comprendido por qué decía que nadie duraba más de quince días con él, pues se convertía en una persona muy repugnante muy rápido. Quizá haya muchas personas que toleren eso, pero yo no soy una de ellas. A mí me tratas mal y te mando a volar. Aplica para parejas, amigos e incluso para familia. Hay mucha fregada a donde mandar a la gente.

Años después nos topamos de nuevo y platicando, tuve la oportunidad de preguntarle qué había pasado. Me dijo que se la pasó probando qué tanto le aguantaba. Al parecer es lo que hace con la gente que le interesa. Personalmente, me pareció patética su visión. Me confirmó que es un abusador, ya que uno de los clásicos de uno es ir haciendo menos al otro para que su autoestima vaya en declive para poder manipularlos a su gusto, Triste pero cierto. Y luego, para cerrar con broche de oro, usó otra de las más trilladas estrategias de un manipulador: me dijo que estaba yendo a terapia. Normalmente lo considero algo bueno que alguien quiera tomar las riendas de su vida y arreglar lo que necesita ajustes, pero ese tipo de gente siempre dice que va a ir o está yendo a terapia en un intento de poder entrar en la vida del otro para reiniciar el círculo vicioso. Seamos realistas, al final de cuentas ir a dos sesiones con un terapeuta no te sirve para gran cosa.

En fin, me terminé mi comida y me fui, cerrando ese ciclo para siempre, sabiendo qué había pasado y contento de haber dejado atrás a otro patán en mi vida que intentó deshacer mi estabilidad mental y emocional. Tan tan.

En tiempos pasados, me hubiera tragado cualquier pastilla que me dieran con tal de tener a alguien en mi vida. Mi soledad, desesperación y necesidad de ser amado me llevó por muchos caminos cuestionables y muchas situaciones donde me vendí barato. Me costó mucho dinero y horas de terapia aprender lo que valgo y lo que soy capaz de traer a una relación. No necesito celos y dramas, solo alguien que me abrace y quiera compartir experiencias conmigo. Y lo más chistoso es que ya con mi pareja actual, me mandó mensaje pidiéndome de nuevo mi número, muy cariñosa la cosa como una vez lo fue. Le contesté que mi novio no me deja y terminé la plática, espero no tener que volverlo a hacer.

No permitamos que alguien nos diga lo que valemos, eso solo lo podemos determinar nosotros y somos mucho más valiosos de lo que pensamos.

Y ustedes hermanos, hermanas, ¿cuál es su experiencia con un patán? Compartan… si se atreven…

Saludos afectuosos.

Mostro.

Deja una respuesta