La incongruencia de la gente

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#MostroVacci

“Haz lo que digo, no lo que hago”, una de los dichos favoritos de las personas que no predican con el ejemplo, especialmente cuando te están sermoneando de cosas que ellos mismos han hecho y que no les gusta que tú hagas. Es una frase preferida de los padres cuando les reclamas que ellos solían hacer lo mismo. Y aparte le agregan el famoso “no estamos hablando de mí”. No sé si reír o llorar.

Al parecer, seguir tu propio consejo es una cosa de la ciencia ficción, al menos para la mayoría de las personas que habitan éste planeta. Chanza y en otros mundos sí existe. Uno solo puede tener esperanzas. Resulta que la gente tiene opiniones muy concretas sobre las actividades y decisiones de otras personas, sin importar lo que en su propia vida falta de arreglar. Increíble.

Como hace unos días conocí a la hermana de una amiga. La mujer me miró de arriba para abajo y calculó lo que valgo como ser humano de acuerdo a los estándares que ella usa para medir a la gente. Determinó que estoy muy por debajo de su mínimo requerido y me puso en la categoría más conveniente para sus esquemas mentales. Después me enteré de que cuando preguntó por mí, sus palabras fueron: ¿Y tu amigo el jotito?

Wow. Como tantas veces, mi orientación sexual es mi tarjeta de presentación. Parecería que las personas que escojo como mis compañeros de cama parecen ser lo más interesante de m existencia. Curiosamente, la gente no quiere saber nada al respecto, pero es en lo único que se fija. No le encuentro sentido. No es porque me moleste que me identifiquen como un hombre homosexual, ya que es lo que soy. Lo que me molesta es que aparte de eso no hay nada en mi existencia que lo pueda superar. La gente sólo ve los colores de mi bandera y, ¡zaz! el resto de mi existencia desaparece.

También me he topado con hombres que hablan pestes de mi comunidad. En la escuela donde trabajo hubo una ocasión en la que un chico le comentó al psicólogo de la escuela que era gay. El psicólogo lo que hizo fue meterse a la sala de maestros, revelarle a toda la planta docente la orientación sexual del chico en cuestión y se puso a hablar de lo aberrante de su existencia, ¿acaso es necesario comentar que al tipo se le nota que es gay? Aparte de sus comentarios, una vez me lo topé en el antro muy contento rodeado de otros hombres y bailando de una forma no muy masculina, ¿apoco no se las olían? No tiene nada de malo, claro, a lo que me refiero es a que la hipocresía del “adulto” me causó gran conflicto. Aparte de haberle creado más conflicto a un chico, un hermano, un niño que sólo buscaba un poco de orientación, el hombre cometió uno de los actos más despreciables que un ser humano puede hacer: odiarse a sí mismo.

¿Acaso negando nuestra naturaleza nos hacemos menos gays? No creo, honestamente no lo he intentado. Lo que me preocupa es, ¿qué pasaría con el chico? De haber sabido quién era lo hubiera buscado para platicar con él y demostrarle que el mundo es mejor que como se lo pintaron. Lamentablemente nunca supe quién fue.

Muchos padres de familia les dicen a sus hijos que no deben fumar porque es malo para la salud mientras tienen un cigarro en la mano. Otros dicen que no deben tomar mientras se están tomando una cerveza bien helada en la mesa de su casa. Esos mensajes mixtos no tienen sentido, lo único que logran es crear confusión y mostrar que la persona es buena para las palabras, pero no para las acciones.

Como la clásica señora que aconseja a todo el mundo pero no acepta absolutamente ninguna observación de nadie, ¿será verdad que ella es perfecta? No se puede ser un humano y no tener errores. Creo intensamente que una persona que acepta sus errores y límites es mucho más sabia que una que no lo hace. Es parte de la vida. Muchos no lo hacen porque en sus ojos es debilidad cuando en realidad los hace más humanos y sabios porque ellos ya pasaron por eso y han sabido avanzar a pesar de todo.

Por eso cuando la gente me pide consejos de cómo criar a sus hijos o de su matrimonio, siempre se molestan cuando les digo que no tengo idea. No le veo sentido dar consejos sobre temas que yo nunca he experimentado. Les comento que me sé la teoría pero que hasta ahí pueden llegar mis palabras. Yo sé que esperan que les de mis sabias palabras incongruentes, pero me rehúso a dar consejos sobre temas que no conozco. Lo siento.

Al final de cuentas, la gente va a ser gente. Siempre nos toparemos con incongruencias en los seres humanos. Lo que me preocupa es lo que me concierne. La comunidad. Mis hermanos y hermanas. No me agrada la idea de atacarnos entre nosotros en vez de protegernos. No es posible que nos odiemos tanto entre nosotros que nos hacemos menos, y sobre todo que ni entre nuestros propios círculos ni siquiera nos podemos sentir seguros. Es algo muy triste.

Quizá me toque ver el día en que mis hermanos sean mis hermanos y que no me desprecien por ser viejo o gordo o feo o pasiva o lo que sea. Es una fantasía que tengo y algo por lo que trabajo constantemente. Claro que cometo errores y tengo ideas tontas en ocasiones, pero es parte de lo que me hace humano y no me avergüenza admitirlo. Es cuando logro ver el gran apoyo que tengo con mis hermanos, porque me ayudan a ver dónde estoy mal y me ayudan a corregirlo. Hasta los errores de ortografía me dicen, por eso los adoro.

Seamos congruentes, hermanos y hermanas. No seamos de esos que hablan pero no hacen. El mundo ya tiene demasiados así. Si somos diferentes en nuestros gustos, seamos diferentes en nuestras actitudes, trabajemos juntos para dejar éste mundo mejor que como estaba cuando llegamos, ¿qué dicen?

Y ustedes, hermanos, hermanas, ¿qué dicen? Compartan… si se atreven.

Saludos afectuosos.

Mostro.

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