La hipocresía de la gente en navidad.

claricelecter@hotmail.com

#MostroVacci

Me dicen el Grinch. No todos, solo mi familia, mis amigos y la mayoría de la gente que me ha conocido. Supongo que se les hace chistoso que no soy fan de las fechas navideñas ni de todo lo que conlleva. Esa combinación de felicidad, buenos deseos y canciones alegres que hablan de la nieve y el olor a galletas se me hace tan aburrido que me causa un dolor de cabeza que dura hasta mediados de enero. Cada quien tiene sus experiencias con las fechas, al final de cuentas, esa es la mía.

Cada quien tiene sus teorías de por qué detesto toda esa danza. Unos se imaginan que he pasado por momentos dolorosos y trágicos en el pasado que hacen que tenga sentimientos negativos cada que se acerca la temporada. Para ser honestos, algunos de los recuerdos más hermosos que tengo de mi infancia son las navidades con mamá Vacci cocinando un jamón con una ensalada verda con rodajas gigantescas de cebolla y queso rallado. Esa combinación de olores y sabores me encanta, por lo tanto no es eso. Afortunadamente no tengo historias dignas de la Rosa de Guadalupe para contar sobre eso, por lo tanto no es lo que me hace enemigo de todo ese remolino de esferas y regalos.

Hay otros que suponen que simplemente estoy amargado y que me gusta quejarme de todo. Quizá sea el caso, dicen que el loco no sabe que está loco y que la gente histérica dice que no está histérica, por lo tanto, tiene cierta lógica que no sienta que estoy amargado. Pero no creo que sea eso. Puedo disfrutar el momento cuando lo estoy viviendo y pasar un rato agradable con alguien que quiero como mi familia o mis amigos. De hecho, eso y la comida es lo único bueno de todo eso. Otra teoría rechazada.

Lo que más detesto de todo eso es la hipocresía de la gente, aunque siendo honesto, eso es todo el año, no solo al final del año. Hay algo negativo que siento en mi corazón cuando las personas más odiosas, problemáticas, chismosas y falsas de la existencia se me acercan con una sonrisa más falsa que sus intenciones y me quiera dar un abrazo mientras sus labios venenosos me lanzan “buenos deseos” que son de los dientes para afuera. Deseos más falsos que las uñas gigantescas que se ponen para las posadas.

Eso es lo que más me enferma: la falsedad. Hay gente que se la pasa causando conflictos toda la vida, metida en los asuntos de otra gente, con sus cucharas en mano listos para meterlas donde no les incumbe porque al parecer su existencia es tan vacía y fatua que sienten la necesidad de crear problemas a otros con tal de sentir algo y crear una reacción, por más negativa que ésta puede ser. Es la única forma que se sienten vivos. Triste, pero cierto.

Eso es lo que me convierte en enemigo de todo lo navideño. Esa forma que las personas se ponen una máscara de felicidad y buenos deseos mientras sus negros corazones se la pasan pulsando llenos de veneno justo por debajo de la superficie, listos para salir y contaminar todo lo que se acerca. Incluso sus buenos deseos y sus falsas palabras se encuentran llenas de desdén y de sarcasmo porque no pueden evitar ser quienes son. Y al final de cuentas, la verdad nunca tarda en salir porque tarde o temprano, las máscaras se caen y la verdadera esencia de las personas sale a la superficie y todo regresa a la normalidad.

Y claro, hay gente muy sincera en sus palabras y emociones. Estoy consciente de eso, solo que no estoy escribiendo sobre ellas. Cada uno de nosotros sabe lo que hay en su corazón, no nos hagamos lo que no sabemos. En lo personal, nunca he escondido mi repulsión por esas fechas ni mis sentimientos con lo referente a las fechas navideñas ni la falsedad de la gente. Por más amargado que pueda parecer, al menos no me podrán tachar de mentiroso.

Y para acabarla de fregar, desde comienzos de noviembre empiezan a bombardearnos en las tiendas con música navideña y ofertas constantes sobre los regalos que debemos comprar para que nuestros seres queridos se sientan especiales. No vaya a ser que se sientan despreciados si no les damos algo caro que demuestre el valor que tienen para nosotros, porque al parecer, no es suficiente el decirles que los amamos, ni cocinarles algo delicioso, no. Necesitamos gastar lo más que podamos para que lo monetario refleje el profundo significado de esa persona especial ante nuestros ojos.

Y sí, en mi casa hay focos festivos, un árbol adornado e infinidad de cosas porque a mi pareja le gustan y en hecho de que lo hacen feliz me da felicidad a mí. No tengo problemas con que él adorne toda la casa con tal de ver esa sonrisa en sus labios. No me hace detestar menos todo eso, pero la felicidad de mi chico es mucho más importante para mí que cualquier aversión que tengo. Al final de cuentas, parte de tener pareja es hacer sacrificios por el bien común.

Definitivamente la hipocresía es algo que me deprime. Me la he topado muchas veces en mi vida y es algo que ya ha saturado demasiado mi existencia. Ya no tengo tiempo para ella y eso de estarle celebrando a la gente el hecho de que es doble cara se me hace aún más deprimente. Yo alejo a ese tipo de gente de mi vida porque no sirven para nada. Quizá me convierta en una persona fría por hacerlo, pero por mi salud mental, es mejor mantenerlas a distancia. Y no, no me deprimen las fechas ni me siento solo, simplemente no soy fanático de toda esa danza y punto. Si otros disfrutan de todas esas cosas, lo respeto y los dejo disfrutar, solo les pido que respeten mi aversión y que no me estén tratando de convencer de adorar las cosas navideñas como ellos. Aparte que el gastadero de dinero que se hace en esas fechas es increíble e innecesario.

Digo, si esperan que yo sea respetuoso de sus gustos, lo menos que pueden hacer es respetar los míos…

Y ustedes hermanos, hermanas, ¿qué opinan? Compartan… si se atreven…

Saludos afectuosos.

Mostro.

Deja una respuesta