Es cuestión de perspectiva…

claricelecter@hotmail.com

#MostroVacci

Mi perspectiva es mía. Suena tonto, pero mucha gente piensa que tengo que ver las cosas a través de sus ojos, y eso, mis adorados, es un error. Para empezar, los ángulos de nuestros ojos no coinciden porque yo tengo los ojos bizcos, así que ahí para empezar es un reto, y para acabar, las ideas y experiencias que yo tengo en mis esquemas son diferentes a las de los demás, por lo tanto, voy a ver las cosas a mi manera. Eso es, al parecer, algo que a mucha gente le cuesta trabajo entender.

Algunas personas se la pasan viendo lo negativo de la vida. Para muchos es muy difícil y llena de sufrimiento porque al parecer, el universo conspira contra ellos para hacerlos sufrir en grandes cantidades. Para mí, todo lo que vale la pena es difícil. Nada que me dan así nomás me satisface tanto como cuando me lo gano con trabajo arduo porque trae con ello una satisfacción increíble, ya sea un logro en mi trabajo o algo que por fin me pude comprar.

Creo que es cuestión de perspectiva. “La basura de un hombre es el tesoro de otro” es lo que dicen muchos. Cierto. El ángulo con el que ves las cosas es como las vas a apreciar. Para algunos, un obstáculo en el camino es una buena razón para rendirse, para sentarse en el piso y llorar como personaje de telenovela por la desgracia que lo abruma. Es cuando quieren voltear al cielo y reclamarle al creador la injusticia de su castigo. Para otros, es una buena oportunidad para sentarse a descansar un momento, aprovechar para reflexionar un poco para ver qué se puede aprender de eso y a veces, hasta usan el obstáculo como asiento o como un escalón para seguir avanzando.

Es como el famoso vestido que inundó el internet hace unos años: unos miraban dorado y otros miraban azul. Es una buena analogía de la vida. Cuando uno decide ver valor en las cosas, en la gente, en la vida misma, las cosas van a tener un tinte positivo y prometedor y las que quieran ver desgracias a diestra y siniestra, van a encontrar un camino sombrío y deprimente. En serio, hay gente que amamos caminar bajo la lluvia mientras que otros odian la idea por completo.

Y no se trata de sonreír como asno y mentirse a uno mismo con que todo es hermoso, todo es perfecto, “al mal tiempo, buena cara”. No. No estoy hablando de negar sus emociones, porque hay momentos donde uno se siente enojado, triste, desesperado y es cien por ciento válido. Pero una cosa es buscarle lo positivo a una situación y la otra es tratar de vivir en una utopía donde los arcoíris hacen que los unicornios brillen hermosos mientras vuelan felices por los campos floreados. Siempre he notado que las persona que fingen que siempre todo está de maravilla tienden a ser las más tristes y reprimidas mientras que las que expresan lo que sienten son las más libres.

Honestamente, yo he estado en ambas partes del esquema. He sido una persona muy negativa que a todo le encuentra peros. He logrado sumergirme en los lagos más profundos y oscuros de mi propia negatividad y he experimentado depresiones y tristezas muy grandes. También he vivido alegrías muy intensas y momentos hermosos, oportunidades de reflexiones profundas y momentos de decisiones importantes, de esas que cambian tu vida. La diferencia entre mis momentos más feos y los más interesantes siempre ha sido la forma como he decidido ver las cosas. Cuando era negativo y lleno de odio y rencores, todo me parecía igual. La diferencia, ahora en mis treintas es que ahora toda mi vida está enfocada en mi tranquilidad y mi paz mental, y curiosamente, casi todo me parece fascinante.

Digo, hay situaciones que me hacen enojar, hay cosas que me ponen triste y momentos que siento desesperación, por Dios, ¡soy humano! La gente espera que por ser psicólogo no debo tener emociones, lo que en lo personal me parece una estupidez. Incluso he visto cómo otros psicólogos pretenden ser un modelo de perfección, aunque no comprendo a quién quieren impresionar. Yo prefiero enfocar mis energías en ser yo y no tratar de ser lo que yo creo que la gente quiere que sea. Me parece aburrida la idea de tratar de cumplir las expectativas irreales de la gente para que me pongan cinco estrellas como profesionista cuando en su vida han trabajado conmigo.

Me han hecho burla de que todo me parece fascinante, pero es cierto. Para mí todo es una oportunidad de aprendizaje nuevo, y si no le veo potencial, simplemente me doy la vuelta y me alejo. Creo que es algo de mí que frustra a mucha gente: mi falta de interés de perder el tiempo en cosas inútiles, en gente inútil, en situaciones que no le van a traer nada positivo o interesante a mi vida. Me alejo con una facilidad que muchos lo han descrito como aterrador. La verdad es que ya he perdido tanto tiempo enfocado en cosas tan tontas que ya no tengo paciencia ni interés. Si me muero mañana quiero saber que lo que hice hoy me trajo felicidad y aprendizaje. Punto.

Igual esa filosofía me ha traído experiencias interesantes. El problema es cuando uno insiste en que los demás vean la vida con los mismos filtros. No es posible. Y tampoco es justo que lo quieran forzar a uno a hacerlo porque como ser humano tengo derecho a tener mis experiencias e ideas. Y lo peor de todo es que luego te exigen que expliques el porqué no piensas como ellos. Yo no le debo explicaciones a nadie.

Hay gente que me encuentra fascinante y otros que creen que soy raro y desagradable. Pero de nuevo: es cuestión de perspectiva…

Y ustedes hermanos, hermanas, ¿qué piensan? Compartan… si se atreven…

Saludos afectuosos.

Mostro.

2 comentarios de “Es cuestión de perspectiva…”

Deja una respuesta